La semana en que se enterró a Franco

Semana movidita. Franco salió de su valle, es un éxito de la lucha de un movimiento memorialista que ha ido ganando peso en su defensa de verdad, justicia y reparación. Un éxito que los rancios y casposos familiares del dictador de la “España eterna” quisieron birlarnos ante la inexplicable tolerancia del Gobierno de Sánchez a unas exigencias y requerimientos inadmisibles que, al final y en parte, se permitieron. No tiene nada de democrático que el responsable de un golpe de Estado, liberticida confeso, responsable de que haya 100 mil personas en cunetas y de crímenes contra la humanidad, salga a hombros por la puerta grande de la mayor fosa común por él creada. Fue un día de orgullo para quienes luchan y de vergüenza para quienes nos gobiernan.

También en esta semana se constató, una vez más, y las que quedan, que la injusta sentencia que condenó a casi 100 años de cárcel a las caras más reconocibles del procés no es aceptada por el pueblo de Catalunya que ve a los presos como símbolos de su propia lucha y exige en las calles su amnistía así como la autodeterminación. El sábado 26 de nuevo más de 350 mil personas ocuparon Barcelona exigiendo libertad. El domingo, en cambio, vimos un nuevo fracaso del constitucionalismo monárquico. Su manifestación convocada por Societat Civil Catalana y que contó con la presencia de dos ministros del PSOE, los jefes del PSC así como los portavoces nacionales del PP y C’s y una muy activa delegación de Vox, solo reunió a 80 mil personas; o sea, 220 mil menos que la de 2017 con los mismos protagonistas y congregó aún muchos menos que aquellos que empujan por la libertad republicana en Catalunya.

Esta semana, también conocimos el número oficial de mujeres asesinadas (49); la cifra ya es superior al registro de todo 2018. No funcionan las medidas de Sánchez en este campo. Se escucha muy poco al movimiento feminista, lo que propone y los medios que pide, y aquí está el resultado en forma de opresión, violencia y asesinatos.

El viernes 25 de octubre once partidos independentistas y soberanistas firmaron una declaración en Barcelona exigiendo la libertad de los presos y defendiendo el derecho de autodeterminación. No fue un paso menor, como tampoco lo fue la manifestación en Alsasu contra las brutales condenas a sus jóvenes.  

Por el contrario, esta semana las direcciones de CCOO y UGT han ido tomando distancia con las convocatorias ciudadanas contra la sentencia y firmado una declaración conjunta con la patronal. Es un mal paso.

La historia está llena de ejemplos de cómo únicamente en espacios de amplia libertad podemos construir una unidad que nos permita ganar conquistas. Esos amplios espacios se forjan con quienes luchan en cualquier parte por sus derechos políticos, por su derecho a decidir sobre la salud, la educación y resto de políticas públicas, a decidir sobre las condiciones de trabajo o sobre su condición sexual. Fue así contra la dictadura y ha sido así cada vez. No al lado de la patronal, como han hecho ahora CCOO y UGT.

Franco ha sido ya enterrado, pero la pesada losa de su legado franquista y antidemocrático, aún decrépito y arrumbado, sigue pesando en la organización, leyes y funcionamiento del régimen del 78 y su constitución.

Ahora que los tambores de la crisis económica suenan cada vez más cerca, ahora que la porra y la cárcel aparecen como la única propuesta del poder ante cada dificultad, es más necesario que nunca encontrar espacios de unidad, de suma. Espacios que empujen en la calle, espacios que únicamente el lenguaje republicano de la libertad, la igualdad y la fraternidad es capaz de armar. Atentos.