La derecha quiere polarización

Movilización social y alternativa republicana

¡Ha empezado fuerte este 2020! Comentábamos en nuestra carta de fin de año el importante impulso de movilizaciones en todo el mundo. En España, el año ha empezado con una enorme polarización política expresada por las derechas en el debate para la investidura de Pedro Sánchez y en la decisión de la Junta Electoral Central de inhabilitar a Quim Torra como diputado del Parlament de Cataluña, que le obligaría a dimitir de president, y también su decisión de que Oriol Junqueras no puede ser eurodiputado, a pesar de que el más alto tribunal europeo e incluso el Parlamento europeo hayan dicho lo contrario.

Esta exageración política de las derechas es una expresión, en primer lugar, de la propia crisis del régimen. Las derechas y sus compadres del aparato del Estado (jueces, policías, altos funcionarios) y los poderes económicos (los grandes empresarios, los representantes del Ibex 35) responden a las dificultades políticas y sociales para controlar la situación en el conjunto del país. No encuentran la manera de detener la rebelión catalana, la Monarquía no recupera prestigio, más bien lo contrario, y la amenaza de una nueva recaída económica hace saltar todas las alarmas.

Por eso, los dirigentes de las derechas no pueden soportar que otros sectores sociales puedan gobernar el país. Durante todos estos años de gobierno del Partido Popular los capitalistas pudieron recuperar beneficios gracias a la reforma laboral y a la precarización del empleo; se recortaron los derechos y libertades, por ejemplo, con la Ley Mordaza, y se reforzaron los sectores más reaccionarios del aparato del Estado, especialmente en la Justicia. Cualquier modificación de ese poder lo ven como un ataque directo a sus intereses de clase. Y harán todo lo posible por evitarlo. La lucha entre las diferentes derechas para ver quien hegemoniza el discurso es otro de los elementos de la polarización. El que la dice más gorda, el que chilla más o el que miente mejor parece que puede ser el primer caballo de la carrera.

Si no hay sorpresas, ¡que puede haberlas!, este martes se formalizará la elección de Pedro Sánchez y un gobierno de coalición con Unidas Podemos. No está de más recordar que los votos a favor y las abstenciones que proporcionarán esta mayoría son básicamente los mismos que forzaron la moción de censura que echó a Rajoy. Si esa mayoría hubiera tenido continuidad haría más de seis meses que habría gobierno.

Si la derecha quiere guerra, la principal respuesta tiene que venir de la movilización social. El programa del gobierno es limitado y habrá que ver su capacidad para cumplirlo. El objetivo debería ser revertir todas las contrarreformas que impuso el gobierno Rajoy (reforma laboral, ley Mordaza, etc.) y medidas enérgicas contra la precariedad, por la igualdad real entre hombres y mujeres y contra la crisis climática, y que la mesa de diálogo con Catalunya represente un avance real en buscar una solución democrática al conflicto. Pero solo la movilización, desde el sindicalismo, las mareas, las asociaciones y el movimiento independentista y soberanista catalán, etc., podrán dar la fuerza necesaria para seguir adelante.

El futuro está en la confluencia de las izquierdas y los pueblos, para poner en pie una alternativa republicana que represente un cambio social y político a este régimen, para que la economía esté en función de las necesidades de las clases trabajadoras; que los derechos y libertades no estén limitados, ni los jueces decidan por el pueblo; que los pueblos tengan derecho a decidir y que quien esté a la cabeza del Estado sea elegido por el pueblo.