Galicia: Pelear por una salida justa

Pasaron las elecciones gallegas del 12 de julio con la desaparición del arco parlamentario del espacio de unidad iniciado con AGE, con la consiguiente vuelta a la fotografía parlamentaria de 2009, con 3 partidos. El panorama comprende la fuerte subida del BNG con sorpasso al PSdG incluido, la aparente incomparecencia en la batalla gallega del Gobierno español, algo que nos recordó en Galicia a 1989, cuando se decía que el PSOE hizo porque gobernase en Galicia Fraga y, sobre todo, la cuarta mayoría absoluta del PP de Feijoo, sumando un diputado más, aun perdiendo 50.000 votos.

El hundimiento y el fracaso inapelable del espacio de las mareas, Anova, Podemos y EU, ganado a pulso con errores propios reiterados y sostenidos en el tiempo nos devuelve en Galicia a los tiempos previos a 2012, y no sólo en la composición del Parlamento sino también en la sensación de rearme del poder y de avance en su control de la situación, con parecida aritmética parlamentaria pero menor movilización en las calles.

En palabras del presidente del Parlamento gallego “las elecciones supusieron la derrota de la estridencia lo que abre un periodo de mayores posibilidades de diálogo y acuerdo entre las fuerzas”.

La victoria de Feijoo se traduce en diputados y en un cada vez mayor control del debate público en el país. Esto último también fue fundamental para su victoria.

Porque la hegemonía del PP de Feijoo no se asienta en datos o hechos que avalen una buena gestión si no en la capacidad de reducir hasta casi hacerlo desaparecer el debate político real mediante el control casi absoluto del discurso en los grandes medios de comunicación públicos y “concertados”.

Es una realidad que en absoluto debe de servirnos de excusa, ya que este hecho supone una insuficiente respuesta de la izquierda, y forma parte, como siempre fue, de lo que tenemos que vencer y porque es necesario que extraigamos conclusiones para desbordar ese control con más acierto, organización, conexión con la sociedad y mejor comunicación.

Este hecho habla de un problema democrático de falta de pluralidad en los medios, habla de la capacidad de Feijoo de controlar el debate público, aunque en parte sea con manipulación, e incluso represalias a los profesionales que se salgan del redil, y también habla de la pérdida de capacidad de la izquierda de marcar la agenda y de tener una conexión con los problemas reales de la sociedad suficiente para compensar el sesgo de los grandes medios.

Se rearma por arriba el poder y retrocede la respuesta social y política por abajo.

Tal fue el bloqueo informativo que los medios públicos tuvieron que hacer malabarismos para explicar los relevos de la Conselleira de Educación, después de una gestión caótica en el principio de curso, y del Conselleiro de Sanidad, desgastado y enfrentado a buena parte del personal, cansado de su política de precarización, después de que en los últimos meses la versión oficial fuera que la gestión era impecable.

Con esta capacidad del PPdG y la falta de una respuesta suficiente de la alternativa política, Feijoo consiguió que pasaran de puntilla asuntos graves que no le causaron desgaste en estos meses.

El primero y paradigmático, el hecho de que las trabajadoras y los trabajadores de los medios públicos gallegos llevan más de 2 años de movilizaciones, de viernes negros, 121, uno tras otro, denunciando la manipulación y la utilización partidista de la radio y televisión pública gallegas, hecho sorprendentemente desconocido por la mayoría de la población.

O en el inicio de la pandemia, con la incidencia especial del Covid en las residencias de mayores, y mayor aún en las privadas, salió a relucir en el Parlamento, el 24 de marzo, un Informe del Consello de Contas sobre la gestión de las Residencias de mayores en Galicia del año 2017, donde, confirmando las denuncias de trabajadores y familiares, se relataba que a pesar de haber informes en los que se denunciaban por parte de Inspección incumplimientos normativos en la ratio de personal y otros, y de no corregirse estos incumplimientos, no se había abierto por parte de la Xunta de Galicia ningún expediente sancionador a las empresas.

Un hecho, denunciado por un organismo oficial, gravísimo porque la insuficiente dotación de personal es decisiva para la deficiente aplicación de los protocolos del Covid y por lo tanto para la salud de los mayores.

Debates sociales que se evitan

Este hecho no encontró reflejo en los grandes medios de comunicación.

Modepen, plataforma de pensionistas, denunciaba que en Galicia una persona que viviese en una residencia privada tenía 6 veces más de posibilidades de morir por coronavirus que una persona que estuviese en una residencia pública, aportando los datos de infectados y fallecimientos durante la pandemia. No provocó un debate público generalizado acerca del modelo de residencias, cuestionando la privatización de la gestión con empresas beneficiadas por sus evidentísimas relaciones con el PP de Galicia.

El 26 de marzo, casi 2 semanas después del inicio del Estado de Alarma, una responsable del Área sanitaria de Vigo era cesada por sus críticas públicas a la Xunta de Galicia por negarle el permiso para utilizar mascarilla en el trabajo.

Aunque posteriormente se comprobó el error del Servicio Galego de Saúde (SERGAS) y que era la persona cesada quien defendía la postura acertada, este hecho pasó desapercibido por el gran público.

También en los últimos meses se produjo el fichaje, 8 meses después de dejar el cargo de Conselleira de Medio Ambiente, de Beatriz Mato por la empresa del sector de las renovables Greenalia, sobre la que tomó varias decisiones la señora Mato y casualmente favorecedoras en el ejercicio del cargo en la Xunta de Galicia. Un caso escandaloso de puertas giratorias.

No hubo discusiones ni artículos de opinión sobre el conflicto de intereses que pudiera darse en este caso y en la política energética del PP.

Otro caso llamativo fue el de la sentencia del TSXG por vulneración de mis derechos como diputado por ocultar durante años información fundamental de la fusión de las principales cajas gallegas que acabó con la bancarización del 40% del ahorro gallego.

La sentencia, dictada una semana antes del inicio de la campaña electoral, y un hecho sin precedentes en 40 años de democracia en Galicia, donde el tribunal condena a la Xunta de Núñez Feijoo a entregarme nada más y nada menos que el Informe-propuesta de la por entonces Conselleira de Facenda sobre la fusión, y el acta de los secretarios generales de la Xunta previa al acuerdo de fusión, no originó más interés o debate que el generado en las redes sociales y en medios digitales.

Sólo son algunos de los ejemplos a los que habría que sumar algunos otros de importancia.

Están ausentes del debate temas tan importantes como la política de vivienda, la política industrial, la manipulación mediática o el despliegue de eólicos por todo el país a mayor gloria de las eléctricas, constructoras, bancos y fondos buitre, la gestión del territorio, la falta de avances en su ordenación, e incluso falta un debate real y con datos de la gestión del sector del cuidado de mayores, donde el PP no creó ni una plaza pública de gestión directa y si externalizó la gestión de muchas a empresas amigas.

Debates ausentes, a pesar de que en todos ellos el gobierno de Feijoo tiene importantes deficiencias o cosas que ocultar.

Pero que se bloquee el debate por un obsesivo control que incluye presiones o represalias a profesionales del periodismo, o que la izquierda no sea capaz de vencer esa maquinaria, no significa que no existan esos problemas, deficiencias de gestión o escándalos democráticos.

La realidad objetiva y los datos nos hablan de una Galicia que pierde población, peso económico y político, no tiene una política industrial que fije actividad en el país ni desarrolle nuestros sectores productivos, lo que hizo perder en el periodo de 2009 a 2018 1 de cada 5 empleos en el sector industrial.

Esa realidad nos dice que después de 12 años en el poder, con 7 años de gobierno Rajoy en el Estado, Feijoo fue el primer Presidente de la historia de Galicia que no consigue una sola trasferencia de competencias.

Nos dice que la población no para de descender y que existen cifras alarmantes de pérdida de población joven.

Nos dice que en su periodo se liquidó el sistema financiero gallego con una fusión liderada por él que acabó en manos de un banquero venezolano a precio de saldo, de tal forma que ya con los beneficios del primer año recuperó lo que pagó por su compra.

Esa realidad nos dice que mientras que en los últimos 5 años se iniciaron una media de sólo 15 viviendas de protección pública, hay 15.000 personas inscritas en el Registro Oficial de demandantes, suben los desahucios y los alquileres en un 29% en los últimos 4 años.

Los datos del sector agrario nos hablan de una constante pérdida de superficie agraria útil y del descenso de producciones vegetales mientras el país repite anualmente déficits alimentarios de varios cientos de millones.

La realidad es que mientras se habla en los discursos oficiales de la apuesta por la innovación, Galicia pierde posiciones en la inversión en I+D+i, y aún no llega al 0,9% de su PIB, cuando el PP prometió al llegar al gobierno llegar al 2% en 2014.

Realidad que se traduce en que, por ejemplo, en el principal centro de investigación agraria de Galicia, y uno de los más importantes del Estado en algunas líneas, haya desde 2014 11 plazas de investigador vacantes de las 22 que existen.

La realidad es que mientras la propaganda oficial se esfuerza en desviar la responsabilidad de la situación de las centrales térmicas hacia el gobierno central, el gobierno gallego no ejerce su función de prever una situación más que predecible, su cierre, y no tiene un plan de alternativas laborales para comarcas enteras.

La realidad en Galicia es que a partir del viento y de nuestro territorio, pasando por encima de los derechos de los habitantes del rural, un grupo reducido de privilegiados factura más de 600 millones de euros en el sector eólico dejando aquí las migajas, en lo que podría ser, mediante la democratización de la energía, una palanca de desarrollo sostenible en el rural si estuviese en manos de la gente.

La realidad es que existe una obscena utilización de las instituciones para regalarle el negocio del cuidado de los mayores a empresas amigas del PP haciendo la vista gorda a sus incumplimientos legales.

Lo cierto es que ni con la pandemia Feijoo está dispuesto a reforzar la Atención Primaria, dar estabilidad a las profesionales sanitarias y a dejar de beneficiar el negocio de la sanidad privada.

La situación de la población más precarizada se agravará con la crisis del Covid y se encontrará con un poder fortalecido y envalentonado y a la ofensiva, lo que provoca cosas como que, aunque los desahucios no dejen de crecer en Galicia, y se avecinan más, se articule una intensa campaña diaria contra una supuesta ola de ocupaciones, lo que no es otra cosa que preparar el terreno para lo que viene.

Con esta situación se impone en la izquierda la urgente tarea de volver a focalizar el trabajo político en cuestiones tan concretas como éstos: el de la vivienda, el paro, el despoblamiento del rural por la falta intencionada de políticas de reequilibrio, la falta de pluralidad informativa, el espolio natural que supone este modelo eólico y minero, la precarización de los servicios públicos como la sanidad, educación y el modelo de atención a las personas mayores y un largo etc.

Urgente porque en los próximos meses no nos jugamos unas elecciones, pero sí nos jugamos que el poder aproveche esta crisis para reforzar el modelo de la desigualdad y la extensión de la precarización laboral o la exclusión social.

Y esta tarea se tiene que hacer fortaleciendo el protagonismo ciudadano, tejiendo redes, retejiéndolas, porque en los últimos tiempos se han ido debilitando.

Se tiene que hacer con organización y militancia, abandonadas por lo electoral e institucional.

Es urgente estar y dar apoyo a cada una de estas luchas y construyendo colectivamente alternativas políticas reales.

Alternativas a un modelo que incrementa las desigualdades de una forma cada vez más dramática, a un modelo energético en manos de un oligopolio para conseguir que esté en manos de la gente; alternativa al modelo de vivienda de la especulación para conseguir uno en que todas las personas disfruten de una vivienda digna; alternativa frente al paro y precarización crecientes, con el reparto del trabajo y el desarrollo de nuestros sectores productivos, frente a la destrucción del medio ambiente, del paisaje y del patrimonio a manos del extractivismo, la sostenibilidad que pone en el centro las verdaderas necesidades humanas.

Estar al lado de las plataformas que luchan en solitario defendiendo una sanidad pública de calidad, al lado de quien exige que las residencias de mayores dejen de ser un nicho de mercado de los amigos del poder, al lado de la gente que vive en el rural y es víctima de la economía extractivista y depredadora y un largo etc.

Urge fortalecer esta lucha en el seno de la sociedad porque no va a venir salvación de ningún gobierno si no existe una vigorosa respuesta a favor de la justicia social.

Ni desde una Xunta de Galicia reafirmada en sus políticas de recortes y destrucción de lo público ni de un gobierno español que no desplegará políticas valientes sin contestación social en la calle.

El PpdG se ve tan fuerte que está dispuesto a aplicar las mismas recetas de recortes y austeridad en esta crisis, como está demostrando con el inicio de curso donde no pone ni un profesor más, ni un euro más, o no reforzando la Atención Primaria que se mostró fundamental para la salud general de la población en esta pandemia.

Es una obviedad decir que la salida justa nos la tenemos que ganar y que no nos la van a regalar.

Frente al control del debate público por arriba para intentar una salida a la crisis similar a la de 2008 está la tarea de la izquierda de articular la respuesta desde abajo, sin atajos posibles, cohesionando las diferentes luchas, vivas hoy, pero fragmentadas e inconexas.

Toca sumar voluntades en esta dirección porque será la única forma de revertir la intención de una vuelta de tuerca neoliberal en el futuro inmediato.

Antón Sánchez portavoz de Anova y ex diputado en el Parlamento de Galicia