La moción de VOX

La moción de censura que defenderá Vox esta semana en el Congreso de los Diputados constituye, en sí misma, una prueba de la crisis del régimen. Las instituciones del 78 ya no le son útiles para frenar al “separatismo”. Las autonomías “no han servido” para liquidar el empuje de los pueblos del reino a favor de su derecho a decidir y construir, en pie de igualdad, una estructura política diferente del modelo monárquico que nos ahoga (repúblicas).

Ya no les llega con ninguna componente administrativa electa de ese régimen; todas “son gastos superfluos”, recortables o directamente suprimibles. Las comunidades autónomas, responsables de la organización del territorio, de la política industrial a escala, de la educación, de la sanidad y de casi todas las prestaciones sociales, así como los ayuntamientos no les garantizan, con seguridad, la impunidad de su corrupción y sus pelotazos.

No les son suficientes las actuales normas de frontera, el racismo de Estado y la Ley de Extranjería para imponer su xenofobia ante la llegada de inmigrantes. Menos todavía, para hacer frente al empuje igualitario y libre de las mujeres. Para garantizar sus menguantes réditos y su cada vez menor peso en la escena internacional, necesitan profundizar la división entre el mísero y el pobre, y lograr así que el poder de la minoría ultra rica domine, con menos obstáculos, sobre cualquiera, tenga papeles o no.

La parte más pujante de la derecha, Vox, presume de su franquismo, de su desprecio a la mujer, de su supuesta superioridad “española” y cristiana, y la va a enseñorear en el Congreso. Otra parte de la propia derecha, el PP, duda. C’s, apenas pinta, salvo como cómplice necesario o bulto sospechoso.  Eso sí, todos coinciden: el régimen del 78 se les queda ya corto. Todavía no poseen un plan para cambiarlo y por ello se aferran a él, defendiendo reforzar sus elementos no electos (rey, jueces, militares, policías, cloacas del Estado) a los que presentan sin rubor como “bases de la democracia”.

Tampoco resulta útil el régimen para las izquierdas. No logran que la expresión popular pese en sus decisiones de gobierno lo que pesan sus votos. Lo observamos con la moción que echó a Rajoy y lo vemos ahora ante unos presupuestos que amenazan, pero no llegan.

El giro reaccionario y represivo que se instaló tras la crisis de 2008 continúa en forma de ley mordaza, de presos y procesos, como atestiguan los 2.850 encausados en Catalunya o los 12 de Causa Galiza. La reforma laboral de Rajoy parece eterna, la ley Montoro solo se suspende, la reforma fiscal no se materializa y Bankia ya es Caixa Bank.  A la par, la pandemia acelera un empobrecimiento general de toda la sociedad mientras el desempleo y la deuda se disparan. Este régimen y sus leyes no son capaces de frenar nuestros problemas, sino más bien lo contrario.

Frente a ello, necesitan las izquierdas su propio plan, un plan que acabe con esos componentes no electos, no sometidos al pueblo y en los que se enfeudan las derechas de este régimen. Necesitan las izquierdas un plan republicano, constituyente, que parta del derecho a decidir y de derechos universales que garanticen la existencia material de la población. Ese plan es el que puede unirnos a todas y todos y el que de verdad puede frenar el giro reaccionario de Vox y su moción.

Mientras seguimos trabajando por él, nos llega la noticia de la victoria del MAS en Bolivia. Luis Arce será el nuevo presidente del país. Esta vez perdieron el imperialismo y sus agentes. Salud y suerte.