El metal en lucha

La inflación desatada afecta a las condiciones básicas de toda la clase trabajadora. La lucha por el salario es una de las batallas más importantes en los próximos meses. La inflación es un proceso que afecta a la mayoría de las economías capitalistas y todo indica que va a ser duradero. Por eso, combatir la pérdida del poder adquisitivo será crucial para el nivel de vida de las familias obreras y también para la reorganización sindical y de la clase trabajadora. A través de la lucha por el salario se desarrollará un conflicto de clase que, hay que apostar por ello, debería revitalizar la conciencia de clase, la vida en los sindicatos y abrir perspectivas políticas y de clase para las izquierdas.

Para darse cuenta de la gravedad de la situación, a finales de mayo, alrededor de 5,8 millones de trabajadores habían cerrado su convenio con un incremento salarial medio pactado del 2,42%, cuando el IPC cerró ese mismo mes con un 8,7%. Solo uno de cada cuatro trabajadores tiene revisión salarial en función del IPC.

La huelga y la movilización es la única respuesta frente a las patronales. Los del metal se han puesto a la cabeza con huelgas potentes en Cantabria y Coruña y preparándola en Vizcaya. Probablemente están incorporando las experiencias de la importantísima huelga del metal de Cádiz que en noviembre del pasado año mostró el camino para luchar y conquistar derechos y reivindicaciones. No son los únicos, el sector de contact center está también desarrollando una importante huelga, y todos tienen en común la exigencia de salarios que compensen la desbocada inflación.

En Cantabria

Apenas se habla en los medios de comunicación del conjunto del Estado, pero desde el 2 de junio el metal de Cantabria está en huelga. Son unos 20.000 trabajadores de 1.500 empresas los que están movilizados para defender sus reivindicaciones y acordar un nuevo convenio vencido desde 2020. El principal objetivo es mantener el poder adquisitivo, un aumento del 6,5% para el 2021, y entre el 3% y el 4% para 2022, 2023 y 2024, con la condición de que sea revisable en función del IPC real. La patronal ha ido modificando sus propuestas debido a la fuerza de la huelga. Empezó ofreciendo una paga de 400 euros para compensar el 2021, ahora está ofreciendo 600 euros. Propuso un 2,5% para el resto de años y ahora ofrecen un 4,5% y una revisión del 60% del IPC real. Todavía lejos de las exigencias de los trabajadores, especialmente la revisión salarial del IPC real.

La huelga tiene un seguimiento masivo y las manifestaciones en la calle lo demuestran. La protesta se inició con una manifestación de unas 8.000 personas; otra manifestación el miércoles día 15 convocó a unas 20.000 personas. El convenio no afecta a las grandes empresas del metal, que tienen convenio propio, pero algunas de ellas se ven afectadas en la producción porque no pueden contar con el trabajo de las empresas subcontratadas. El gobierno regional, que ha estado presionando para que se desconvocara la huelga, – “no es tiempo para huelgas”, ha estado repitiendo machaconamente- se ha colocado al lado de la patronal imponiendo unos servicios mínimos excesivos, en algunas empresas hasta del 100%, que ha sido denunciado por los sindicatos.

La repercusión en Cantabria es enorme y de su resultado puede depender la negociación colectiva en la región. Aunque se pretende reducir su importancia, también lo tendrá a nivel nacional, pues una salida satisfactoria después de tantos días de huelga muestra el camino a seguir.

En Vizcaya  

El metal de Vizcaya está afilando las herramientas para la movilización. Siete sindicatos del sector han convocado huelga para el 23 y 30 de junio y el 1 de julio. Los cuatro que están en la mesa negociadora, ELA, CCOO, LAB, UGT, además de ESK, USO y CGT, han acordado una plataforma de propuestas: aumento salarial en función del IPC, limitar la contratación de ETTs, la obligación de aplicar el contrato de relevo, la subrogación de las actividades, actualización de las licencias retribuidas y medidas que faciliten la igualdad y la conciliación.

La respuesta de la patronal ha sido ofrecer un 2% de aumento salarial. Una miseria, según los sindicatos, si se compara con el nivel actual del aumento del nivel de vida. Afilando las herramientas de la huelga, el día 13 se realizó una concentración ante la Bienal de Máquina-Herramienta que se celebra en Baracaldo. La proximidad de los compañeros del metal de Cantabria son un acicate para el éxito de la movilización.

En las factorías de Mercedes Benz de Vitoria hay convocada huelga de 24 horas el próximo 22, que será el inicio de otras convocatorias de paro si la empresa no responde a las reivindicaciones: mantener el poder adquisitivo, no ampliar la flexibilidad, mejorar el contrato de relevo y que las nuevas incorporaciones a la plantilla tengan las mismas condiciones.

También en Coruña

“Si los precios suben los salarios también”, gritaban los trabajadores del metal en una manifestación en A Coruña. Ya han realizado cuatro jornadas de huelga, con un seguimiento del 80%, según los sindicatos, en los polígonos industriales de A Coruña, Ferrol y Santiago, y tienen una nueva convocatoria para los días 28, 29 y 30 de junio. Como en prácticamente todas las negociaciones de convenio el problema esencial es el aumento salarial.

La patronal solo ofrece un 3,5% para el pasado 2021, cuando el IPC real estuvo en el 6,5%, y sin concretar aún su propuesta para los próximos años, además de que proponen una desregulación de la jornada laboral que pueda alcanzar a las 175 horas anuales. Los sindicatos piden que los incrementos salariales sean revisables con el IPC; un día más de vacaciones; la regulación de los pluses de peligrosidad y la limitación del uso de las ETT.

El 21 en Madrid

La clase trabajadora y las organizaciones sindicales no solo luchan por mejorar sus condiciones salariales y de trabajo, también apuestan por el futuro de la industria. A datos de 2020, 2,76 millones de personas trabajaban en la industria, el 14,01% del empleo total, por casi 15 millones que trabajan en servicios. De una manera sostenida el peso de la industria en la economía española ha ido decreciendo a costa de servicios y especialmente turismo. La industria española, junto a la energía, en cuanto al peso del total de la industria en el PIB, ha pasado del 18,7% en 2000, al 14,69% en 2020, una tasa que resulta muy lejana del ambicioso objetivo del 20%.

Para cambiar esa situación, CCOO y UGT han convocado una concentración en Madrid el próximo día 21 para exigir un Pacto de Estado por la Industria, medidas de inversión, de formación y cualificación, de políticas industriales a nivel de Estado y de las Comunidades, de política energética y logística, y también de mejora de las condiciones de trabajo y salariales, sin las cuales no puede haber una industria de calidad en el país. Esta movilización se ha preparado con asambleas de trabajadores y trabajadoras en todas las comunidades, para concienciar de que el futuro de la industria no depende de otros, sino que la clase trabajadora apuesta por ella y tiene propuesta.

Miguel Salas Es miembro del comité de redacción de «Sin Permiso»