¿De qué se trata?

En Chile habrá nuevo presidente; será Gabriel Boric Font, de 35 años. Su victoria ha sido clara: ha recabado el 55, 87% de los votos. Aunque partió como perdedor en la primera vuelta, la gente no ha querido que José Antonio Kast, pinochetista confeso, llevara las riendas de la república. Recordemos que, en 2019, la movilización social y política acabó alumbrando un proceso constituyente que sigue vivo y que reclama no solo un cambio de presidente, sino, como dice la canción, un Chile diferente. De eso se trataba en estos comicios. De todas formas, mucho queda por pelear. Para empezar, la propia nueva constitución, que se enfrenta a un debate parlamentario más ajustado en escaños que la reciente elección presidencial. La calle, como sucedió en 2019 o como en 2021 ha ocurrido con la movilización decidida del voto, tendrá de nuevo la última palabra. ¡Salud y larga vida para ese Chile que quiere nacer!

Salud precisamente es lo que se pierde con la sexta ola. Las cifras ya se encuentran disparadas. El problema no se halla en “ser cuidadosos y responsables”. Eso es falaz, siempre se puede hacer más. Quienes sí deben hacer más, mucho más, son los poderes públicos que poseen los recursos y resortes. El miércoles habrá cumbre de presidentes autonómicos con Sánchez. Sabemos qué hay que hacer para atajar el problema: abrir todos los centros de atención primaria, contratar más personal, adoptar urgentes medidas legales que impulsen el teletrabajo y la flexibilidad horaria; permisos para progenitores y tutores en caso de enfermedad de los menores. En resumen, una apuesta clara por la sanidad pública, por la vida y los cuidados.

El que se cuida muy bien, a tenor de sus fotos en Abu Dabi, es el emérito ladrón. Buen color mostró en el torneo de tenis allí celebrado. Mientras se cierra el caso en Suiza y el fiscal Bertossa deja claro en su informe que Juan Carlos I es el rey de los pufos y el chanchullo, en el reino de su hijo se deshoja la margarita de su posible retorno en la fiscalía y en el resto de poderes fácticos. Por si acaso, Juan Carlos continúa firmando las felicitaciones de navidad en la página web de la familia real. Y es que no para de trabajar. Pero de lo que se trata es de simple higiene democrática. Es decir, justicia y limpieza republicanas.

Justicia, cuidados y vida se descuelgan de la ley de vivienda, cuyo trámite rechazó el PSOE y las derechas la semana pasada en el Congreso. La norma, elaborada por la PAH, el Sindicato de Inquilinas, CCOO y UGT, y que contaba con más de 120 adhesiones de entidades sociales, no verá la luz. Se trataba de garantizar el derecho a la vivienda, darle fuerza a la gente trabajadora y población modesta frente a grandes propietarios y bancos. El PSOE, sumó con la derecha. Unidas Podemos, que votó a favor de la propuesta, jugó a la yenka y retiró su firma de la misma. La iniciativa contó además con el apoyo de ERC, EH Bildu, BNG, CUP, Junts, Más País, Compromís y Nueva Canarias.

En Chile los resultados de las presidenciales nos hablan del empeño de un pueblo por levantar una república que consagre un nuevo contrato social que garantice de manera efectiva derechos tan básicos como educación, salud, vivienda o suministros. A este lado del océano, se trata de ponerse manos a la obra para levantar lo mismo.