2019 – Tareas y elecciones

Acabó el año 18 con las bolsas transformadas en una montaña rusa. Se anuncia ya una nueva crisis; toca a su fin la inundación de dinero barato, mientras el BCE habla de una ralentización de toda la economía en un marco de creciente desigualdad, elevado endeudamiento (público y privado) y cambio climático evidente.  Los problemas no resueltos tienden agravarse y en 2019 parece que habrá bastantes.

Los 7 meses de Pedro Sánchez en La Moncloa representan buena prueba de ello. En este tiempo ha habido algunos cambios, quizá pequeños, pero importantes, hijos de la movilización y la resistencia acumulada en los últimos años. En pensiones se rompe, gracias a las subidas del 1,6% y de un 3% para las mínimas, con el “dogma del 0,25” que impuso el PP. Lo mismo ocurre con el aumento del Salario Mínimo a 900 € brutos al mes.  Ha habido más cambios, pero todos ellos, incluidos los mencionados, son frágiles y dubitativos porque no responden a alianzas de fondo ni con el abanico de fuerzas políticas plurales y diversas que permitieron echar a Rajoy de la presidencia del gobierno, ni con las fuerzas sociales (sindicatos y movimientos de mujeres, pensionistas o de vivienda). Sánchez acierta cuando se separa, poco o mucho,  de la herencia recibida y yerra cada vez que se empeña en mantenerla.  Ése es uno de los principales balances de estos meses. El otro, el cada vez más evidente agotamiento del régimen del 78, la mayor incapacidad de su entramando institucional, jurídico, militar y monárquico de definir (dentro de su marco) soluciones que satisfagan empleo, salario, vivienda, salud, enseñanza, derechos de los pueblos a decidir, autonomía municipal, libertad de expresión y derechos de las mujeres y de las personas migrantes. Entre el papel y la realidad el agujero es grande y tiende a ampliarse.

Con el 2019 inauguramos un largo ciclo electoral que nos llevará, hasta 2020, a votar todos los espacios de representación política. El resultado andaluz del pasado 2 de diciembre con una abultada abstención electoral y la pérdida de la mayoría a manos de la derecha tricéfala exige una amplia alianza sobre la base de una agenda social y democrática plural. Plural por las reivindicaciones y plural también por la diversa naturaleza social de quienes las empujan.  Dicha agenda deberá encontrar sus expresiones electorales en las candidaturas que se propongan y deberá centrarse en romper con la herencia del PP. Es decir, revertir la reforma laboral, los recortes en sanidad, educación o dependencia, garantizar plena igualdad y buscar un espíritu republicano que permita superar el andamiaje del caduco régimen del 78. Un espíritu que otorgue espacio y capacidad decisión a los municipios hoy sometidos a la bota de la deuda, la escasa financiación, la intervención estatal y la falta de recursos de todo tipo. Un espíritu que dé satisfacción a la exigencia de autodeterminación del pueblo de Catalunya, que libere a los presos y revoque las leyes mordaza.

La calle, la movilización social y su unidad constituirán como siempre la mejor esperanza y el medio más firme para imponer los cambios necesarios en un año que inauguramos con profundas incertidumbres económicas y políticas.