El textil es uno de los sectores productivos especialmente maltratado. A partir de 2005 un acuerdo comercial internacional facilitó el que muchas empresas trasladaran o compraran la producción en China y en el sudeste asiático. Ese acuerdo, y la posterior crisis de 2008, destruyeron alrededor de 100.000 puestos de trabajo y, complementariamente, redujeron los salarios y aumentaron la precariedad, además del mantenimiento de una parte de la producción en la economía sumergida. Una cierta recuperación del sector y de los beneficios de las empresas exigía un convenio que representara una recuperación real de salarios.
Tras 6 meses de negociación el acuerdo parecía posible, más aún cuando en el Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) firmado por CCOO y UGT y la CEOE y CEPYME se establecía como criterio general incrementos salariales del 2% más un 1% variable. Esos eran los términos del convenio: duración de 3 años, un aumento salarial del 2% cada año y un 3% para los salarios inferiores. Pero la patronal se descolgó no aceptando más que un 1,8% para el tercer año y CCOO exigió que, para cumplir el AENC, los salarios inferiores, la categoría de auxiliares, debían aumentarse hasta los 14.000 euros anuales.
Es un problema muy importante en un sector con bajos salarios y muy feminizado. De los tres subsectores en los que tradicionalmente se divide el textil: cabecera (lana, algodón, seda, etc.) agua (hilatura, tejeduría, tinte, etc.) y prenda acabada (confección, punto, etc.) este último es el más numeroso, con alrededor de un 80% de mujeres. El incremento del 3% anual para los auxiliares no alcanzaría los 933 euros mensuales, que, multiplicados por las 15 pagas que tiene establecidas el sector, se quedarían por debajo de los 14.000 euros anuales acordado en el AENC.
Otra de las diferencias con la patronal ha sido su negativa a regular el 5º turno. En el textil las empresas pueden trabajar las 24 horas del día. Existen los tradicionales tres turnos (mañana, tarde y noche) el de fin de semana (cuarto turno) y el quinto, una organización de la jornada diferente a las anteriores, por ejemplo, librando un día diferente cada semana. Los sindicatos quieren regularlo para que no sea un coladero por el que las empresas puedan hacer lo que quieran.
Sin embargo, UGT del textil se descolgó y firmó un preacuerdo aceptando las imposiciones de la patronal y sin siquiera defender la aplicación del AENC que hace bien poco ha firmado a nivel nacional. CCOO decidió convocar la huelga en solitario. Según este sindicato: “Durante los últimos años, los trabajadores y las trabajadoras han peleado por mantener su empleo y, ahora que llega la recuperación económica, se niegan a seguir perdiendo. Saben que es el momento de crecer”. Había que ir a la huelga. Y todas las informaciones contrastadas indican que la respuesta ha sido más que satisfactoria, “una maravilla” -repitiendo la expresión de Carmen Expósito-.
Actualmente, trabajan en el textil unas 90.000 personas en 6.500 empresas. Los centros más importantes están en Catalunya, País Valencià y Galicia. En las primeras el paro fue secundado por un 75% de las plantillas; en Galicia, entre un 60% y un 70%; en Madrid rondó el 40% y hubo también una buena respuesta en Málaga, Córdoba y Aragón. Hay que tener en cuenta que, a parte de unas pocas grandes empresas, la mayoría del sector está formado por empresas pequeñas. Hubo también concentraciones ante las sedes empresariales en Sabadell, Ontinyent y manifestaciones en Madrid y otras localidades.
Ahora habrá que esperar a la reacción de la patronal. El preacuerdo firmado por UGT no puede ser de obligado cumplimiento, pues solo tiene un 35% de representación en la mesa negociadora, y para que entrara en vigor tendría que ser aprobado por los comités de las empresas, cosa bastante difícil. El movimiento está en marcha. No debe parar.
Cuando en estás páginas analizábamos la firma del AENC decíamos: “Sólo si hay conflicto social habrá reparto y se podrá revertir la desigualdad y cambiar las leyes tan lesivas contra la democracia en el ámbito del derecho laboral. Si el acuerdo se interpreta con una actitud pasiva en los convenios colectivos es más que probable que de poco de sí; si, por el contrario, a pesar de las limitaciones que señalamos, se utiliza como una palanca para organizar y movilizar en sectores y empresas se podrán arrancar reivindicaciones a las patronales. Poner en práctica los anuncios de ofensiva de los dirigentes sindicales sería la mejor táctica”. En ese sentido, la huelga del textil es un ejemplo a seguir.