Salvo en Catalunya y en el País Vasco, el largo ciclo electoral en el que llevamos inmersos desde hace tiempo ya puede darse por cerrado. Y tras meses de pelea por el voto, las elecciones no han dejado contento a casi nadie. La derecha no recuperó Moncloa, el municipalismo del cambio pierde la mayoría de sus plazas fuertes y la izquierda continúa sin ganar la Comunidad de Madrid. Con la aritmética que dan los nuevos ayuntamientos y parlamentos autonómicos tocará ahora afrontar una nueva realidad institucional que se resume en que habrá que pactar para casi todo.
Especialmente gracias al aumento en apoyos con el que el PSOE de Sánchez salda este paso por las urnas, el ritmo de la inestabilidad del régimen se ralentiza. El PSOE, bastón fundamental del régimen del 78 y actual “valor refugio” del voto ante la amenaza de la derecha, representa y representará el centro de esa necesidad de pactos y de buena parte de las tensiones políticas que acompañan la etapa.
La primera de las tensiones continúa siendo la “cuestión territorial”, dominada por el empeño hoy indomable del pueblo de Catalunya por decidir y buscar un futuro republicano. La sentencia del juicio al procés o la nueva composición del parlamento europeo constituirán escenarios en los que se tensarán de nuevo todas las cuerdas del desgastado andamiaje institucional.
La segunda es, sin duda, la urgencia social en vivienda, servicios, empleo, salario y derechos de una población empobrecida por la política neoliberal y los constantes recortes. A la hora de la verdad, la escasa capacidad política que otorga el actual marco legal a los ayuntamientos, las deudas de la inmensa mayoría de ellos, la presión neoliberal de Bruselas y el brazo ejecutor del PP y su ministro Montoro han funcionado como una destructiva gota malaya en la espina dorsal del municipalismo. El precio pagado, una alta factura en forma de pérdida de votos, crisis y no pocas divisiones.
Con esa doble realidad y con la amenaza de ralentización de la economía o los avisos sobre pensiones, el día 15 de junio se constituirán los ayuntamientos y, alrededor de esas fechas, las cámaras autonómicas. Será imposible en muchos de esos espacios formar gobiernos sin llegar a acuerdos. Pero en esta situación, ¿qué acuerdos son preferibles? Nosotros apostamos, donde sea posible, por acuerdos que incluyan a las fuerzas del republicanismo, a las del municipalismo del cambio y a las más pegadas y cercanas al movimiento obrero. A la par, nos oponernos a todo pacto que contenga a cualquiera de las fuerzas de la derecha en sus diversas variantes y a los acuerdos que no debiliten la política neoliberal o que nazcan enfrentados al derecho a decidir de los pueblos del reino.
Los pactos van a formar “oficialmente” parte de la política y de nuestras vidas en las próximas fechas. Pero no valdrá cualquiera, ni por supuesto a cualquier precio.