Tras el desembarco en Lampedusa de los menores no acompañados quedan en el buque de rescate Open Arms 107 rehenes del pulso entre Pedro Sánchez y Matteo Salvini por la política europea de migración. Una política fracasada hace ya años, que ha llenado el Mediterráneo de cadáveres. Pero este pulso, además, esconde detrás del drama humanitario las crisis políticas de los respectivos gobiernos.
El fracaso de los Acuerdos europeos de Dublín, cuyo punto de partida era el reparto entre los estados miembros de los demandantes de refugio, ha ido sumando una serie de acuerdos con Turquía, Marruecos y Libia con el objetivo de trasladar más allá de las fronteras vigiladas electrónicamente de la UE la gestión del control de los migrantes que huyen del conflicto de Siria, de la crisis climática del Sahel o de la barbarie extractiva de la República Democrática del Congo. Y en ese capítulo sí ha tenido éxito la política comunitaria, tristemente, porque las llegadas a las costas europeas de los refugiados económicos, ambientales o políticos se han reducido un 30%.
De hecho, tras la confirmación del fracaso de la política comunitaria, de la inutilidad de la Comisión europea -que hace todo lo posible para evitar la llegada de los migrantes, pero asegura que solo es responsable de ellos si llegan- hay un consenso en aceptar el bloqueo de gobiernos de extrema derecha como los de Hungría o Polonia, alentados ahora por la Liga de Matteo Salvini en Italia. Todos ellos han hecho de la “amenaza” de la inmigración la clave de un discurso populista racista que quiere reservar las migajas de la austeridad que aplican para sus votantes, como si la crisis demográfica y social europea no fuera también resultado de esas mismas políticas de austeridad.
Incapaz de hacer prosperar una moción de censura contra su propio gobierno de coalición, presidido por Conte, Salvini está utilizando a los refugiados náufragos del Mediterráneo para provocar la crisis de gobierno que adelante las elecciones legislativas en Italia.
Incapaz de formar un gobierno de coalición, Pedro Sánchez intenta tras 17 días de agonía del Open Arms, movilizar ahora la solidaridad del electorado de izquierdas como hace un año y utilizarlo como un elemento más de su cerco contra Unidas Podemos.
Incapaz de tener un gesto en nombre del derecho y los valores humanitarios de la UE, o de responder a la carta del Presidente del Parlamento europeo exigiendo que haga algo, la Comisión Juncker, en sus últimos meses se convierte en un testigo impávido del drama creado por un pulso entre dos estados miembros.
Mientras tanto, la situación en el Open Arms, al pairo frente a las costas de Lampedusa, es de tal desesperación que no cree poder llegar a Algeciras o Mahón en una navegación de cuatro a seis días, tras el cierre completo de los puertos italianos, porque los migrantes intentan llegar a las costas a nado, a vida o muerte.
Como en el conocido poema de Kavafis, quizás solo los “barbaros” pueden ya salvar a esta Unión Europea.