El Tribunal Supremo ha condenado por sedición y malversación a 13 años de prisión al líder de ERC y exvicepresident de la Generalitat, Oriol Junqueras. Por los mismos delitos, aunque a penas de 12 años, han sido condenados los exconsellers Raül Romeva, Jordi Turull y Dolors Bassa. Para la expresidenta del Parlament ,Carme Forcadell, la pena impuesta suma 11 y medio años de cárcel solo por sedición, mismo delito por el que también han sido condenados los exconsellers Joaquin Forn y Josep Rull (10 años y seis meses de prisión). Para el exlíder de la ANC, Jordi Sànchez, y el presidente de Òmium Cultural, Jordi Cuixart, la pena asciende a nueve años.
La sentencia del Supremo ha rechazado la acusación de “rebelión” por la que, a brazo partido, han peleado la Fiscalía y los responsables de la Guardia Civil. Con esa decisión, la sala refuta la idea de que en Catalunya se hubiera producido un “golpe de estado” con ocasión del referéndum del 1 de octubre de 2017. Pero más allá de ello, la sentencia dictada no arregla nada, sino que al contrario, lo empeora todo. Sienta jurisprudencia y, a partir de ahora, permite extender las acusaciones de sedición a toda protesta y a toda resistencia legítima pacífica que se levante ante leyes injustas. Se trata de una sentencia vergonzosa e infamante, más cercana al “derecho penal reservado al enemigo” que a cualquier cosa que pueda llamarse justa. Ante ella, la única respuesta que los demócratas podemos dar es la movilización y la calle exigiendo: ¡amnistía y libertad!
Con este fallo del Supremo, el régimen del 78 agranda la madeja de su crisis. Se trata de una nueva fuga hacia adelante que persigue, por la vía represiva, “resolver” el problema democrático de la estructura política sobre la que apoyar el entendimiento entre los pueblos y naciones que comparten la Península Ibérica. El dictamen muestra un desprecio profundo a la aspiración democrática del pueblo del Catalunya a decidir su futuro (autodeterminación) y a toda aquella población que fuera de Catalunya defiende el diálogo, la negociación, la democracia y el entendimiento entre los pueblos y gentes del actual reino de España.
Parece claro que la línea del palo y tentetieso es la única que genera acuerdo entre los poderosos y predetermina una profundización del giro reaccionario y antidemocrático que ya nos anunció antes otra sentencia: la apelación de los 8 jóvenes de Altsasu (Navarra). La revisión de su caso por la reyerta con varios guardias civiles de paisano del 15 de octubre de 2016 en un bar de su localidad terminó con penas que van desde los 8,5 años a los 18 meses de condena. Recordemos que el 2 de octubre, la misma justicia del Rey absolvió a Francis Franco, nieto del sátrapa Francisco Franco, tras atropellar en 2012 a dos guardias civiles y darse a la fuga.
La justicia del rey no da para más: manga ancha para los corruptos, encubrimiento e incapacidad para enjuiciar los crímenes del franquismo y sus torturadores, impunidad para la policía, protección para los banqueros, ley mordaza contra sindicalistas y raperos, y cárcel para quienes democrática y pacíficamente defienden el derecho a decidir.
Empezar a resolver tal situación exige saltar la pantalla del 78; construir una nueva fraternidad, una fraternidad republicana, basada en la libertad de decisión de pueblos y gentes, y en procesos constituyentes y para ello hay que derrotar en las plazas y calles de todo el Estado lo que supone esta sentencia del Supremo. En Madrid, el miércoles 16 a las 19:30h en la Puerta del Sol. Es el momento de tomar partido por la libertad y el diálogo republicano contra el reaccionarismo monárquico de las instituciones y partidos de esta segunda restauración.
Libertad, Amnistía, Autodeterminación y Repúblicas