Esta semana el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dictado sentencia avalando las llamadas “devoluciones en caliente” en la frontera con Marruecos que puso en marcha el PP con la aprobación de su “ley mordaza”. Con esta decisión, el alto tribunal no solo da un giro copernicano sobre su doctrina hasta la fecha, sino que propina una bofetada mayúscula a lo establecido en la legalidad internacional y al principio de “no devolución” que asiste a cualquier persona que llegue a un país extranjero con el objetivo de pedir protección internacional, sin importar si entra en él de forma regular o no. Han hecho bien los diputados de Unidas Podemos, así como las ongs dedicadas a la protección de los derechos de las personas migrantes, al señalar la vergüenza de la decisión del tribunal europeo y exigir al gobierno que abandone la idea de mantener tales devoluciones por muy ratificadas judicialmente que ahora se hallen. En nuestra memoria quedan los 18 mil muertos reconocidos en el Mediterráneo o la impune acción de la Guardia Civil en la playa del Tarajal. En todo caso, la sentencia representa un acicate más en la urgente labor por dejar sin efecto la Ley Mordaza.
¿Devolverá Billy el Niño las medallas bruñidas con el tormento y la sangre de luchadores y luchadoras por la libertad que pagan su pensión? ¿Se juzgará de una vez a este torturador al servicio del franquismo?
Por su parte, la tierra devuelve en forma de incendio y contaminación la herida recibida a base de porquería tóxica amontonada. Bajo ella se encuentran desparecidos dos trabajadores en el vertedero de Zaldibar, que “era el más barato y al que se echaba de todo”, según afirma la prensa. Un negocio privado que se amparó en la dejadez y silencio de la Administración autonómica y que hoy hace que los 46 mil vecinos de Ermua, Eibar, Elgeta y del propio Zaldibar ¡no puedan ni abrir las ventanas! A pesar de ello, el sábado, día 15, miles de ellos llenaron la calle exigiendo responsabilidades por los vertidos acumulados (desde amianto a aceites de transformador) y explicaciones al gobierno vasco por su improvisación y falta de gestión. Las autoridades escurren el bulto, llaman a la calma y se escudan en que la peligrosidad es limitada. Lo mismo afirmaron en el accidente de la petroquímica de Tarragona o cuando se produjo el incendio del vertedero de neumáticos de Seseña (Toledo). Hablamos de potentes cancerígenos, de disruptores hormonales que contaminan sin control y sin remedio el suelo, el agua y la producción agrícola. Resulta irresponsable seguir mirando hacia otro lado mientras se juega fría y calculadamente con la salud y la seguridad de la población.
También en forma de grito y multitudinaria manifestación devuelven las calles de León su rechazo al abandono de la España vaciada; exigen inversiones y planes de futuro sin más dilaciones. En Madrid, fueron los autónomos quienes el domingo reclamaron derechos en sus movilizaciones.
Parece claro que, si se quieren cambios reales, hay que continuar presionando en la calle y apretando al gobierno para desmontar con urgencia toda la herencia del PP que padecemos. El ropaje legal y económico (presupuesto) en el que se envuelve la política neoliberal extrema está en la raíz que ampara los desmanes que de momento no acaban y nos devuelven esta dura realidad.