La misma semana en que se rechazaron las enmiendas a la totalidad al proyecto de presupuesto del 2021, que dirá adiós al de Montoro, y en la que EH Bildú rompió el aislamiento y ninguneo al que se le ha sometido por parte de la política institucional del régimen, centenares de personas inmigrantes y potenciales solicitantes de protección internacional se hacinaban en el muelle canario de Arguineguín. Habían llegado en patera; unos mil lo hicieron solo contando el último fin de semana. Frente al mar, pero sin agua, sin baño, sin mascarilla, sin médico y sin atención jurídica alguna. Son imágenes que nos recuerdan los mejores tiempos de ese Montoro y de ese M. Rajoy que esperamos dejar muy atrás con los próximos presupuestos.
Con el rechazo de las enmiendas a la totalidad, la mayoría de la investidura y de la moción de censura se refuerza como base parlamentaria plural del Gobierno de Coalición progresista (Sánchez-Iglesias). Ahora bien, si no queremos que el pasado nos continúe atrapando con su peso de recortes, privatizaciones, fraccionamiento social, machismo o xenofobia son necesarias medidas concretas y prácticas. Medidas que los presupuestos y que, sobre todo, la acción política deben reflejar.
Iniciativas basadas en derechos sociales y políticas que protejan a la población (vivienda, renta básica, empleo, salud, educación). Derechos que en Arguineguín no se respetan, como tampoco se respetan en unos CIE que no se cierran y en los que recluye a quienes por todo delito tienen el hambre o la persecución. Como nos recuerda el poema de Warsan Shire: “Nadie sube a sus hijos a una patera a menos que el agua sea más segura que la tierra”.
No se “construye izquierda” violando derechos, sino garantizándolos. Resulta vergonzoso ver cómo los vuelos de deportación de inmigrantes subsaharianos a Mauritania y Marruecos se reabren 8 meses después de su suspensión. Externalizar fronteras no impide el racismo de Vox, sino que lo amplifica por toda la sociedad. Hoy, cuando ya más del 15% de la población trabajadora es de origen extranjero unirla al resto de su clase, una tarea nada sencilla, nos impone políticas de igualdad en derechos y libertad.
Libertad que exigimos también, sin más dilación, ni excusa para Dani Garrido que lleva ya más de un año en prisión provisional por ser de Madrid y apoyar, siéndolo, las movilizaciones en favor del derecho a decidir de Catalunya. Vergüenza de justicia que permite expulsar sin respetar sus derechos a quienes llegan a nuestras costas y encarcela a quienes reclaman fraternidad como Garrido.
Mucho es el camino que aún le queda para ver la luz a los presupuestos. Avanzar en que resulten verdaderamente útiles para desmontar la herencia del PP no solo es cuestión de números, que también, sino de política, de apuesta clara por la mayoría de la población y de buscar complicidades con la mayoría plural de la investidura.