Subió el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) 15€, el 1,58%. Además, el gobierno mantiene su compromiso de que alcance en 2023 el 60% del salario medio. No es una mala noticia. El problema radica en que el coste de la vida ha aumentado un 3,3%, y, a pesar de la subida, aquellos que cobran el SMI (mujeres, jóvenes e inmigrantes) siguen perdiendo poder adquisitivo. Que CCOO Y UGT hayan firmado que quienes menos ganan continúen perdiendo capacidad de compra constituye un mal presagio para una negociación colectiva que no se anuncia fácil.
La luz tiene buena parte de la culpa del incremento del IPC. Los jefes de las “tres grandes” (Endesa, Iberdrola y Naturgy) llegan bien a fin de mes. El gobierno, que hubo de acudir al papado bruselense a conseguir bula, ha tomado medidas para bajar la factura, se ha creado un bono social que llegará (con suerte) a un millón de personas y se tomarán medias contra los llamados “beneficios caídos del cielo” que suman 2.400 millones de euros. Son medidas que se quedan escasas; no entran en el modelo del mercado eléctrico, un oligopolio en el que las “tres grandes” lo tienen todo y deciden, en consecuencia, sobre todo. Rebajar la factura resulta capital, pero el mejor medio para lograrlo es precisamente meterle mano al modelo de una manera clara y democrática. Hay que recuperar el recurso energético para la ciudadanía y encaminarlo hacia la sostenibilidad (nacionalizar). Hay que partir de las comunidades de vecinos, de los municipios y dar capacidad a la gente para decidir el cómo, el cuándo y el cuánto. Falta democracia republicana.
Falta de libertades en un Estado en el que no se escogen jueces, no se controlan policías (4 están ya en la cárcel, una vez más, por tráfico de drogas) y en el que los reyes roban. Este orden del 78 y sus leyes mordaza, de extranjería, su persecución de la movilización soberanista catalana o vasca forman un espacio en el que la reacción siempre encuentra cobijo y amparo para crecer. Esta vez ocurrió en Chueca (el barrio más LGTBQ plus de Madrid). En plena calle, fascistas que parecían escoltados por la policía cantaban el Cara al sol, insultaban y metían miedo. La delegada del gobierno afirma que “la engañaron los convocantes”. Pero y la policía ¿qué hizo? Ni detuvo, ni tomó filiaciones, ni se personó en los juzgados para denunciar el odio, la homofobia y el amedrentamiento. ¡Qué diferencia con cualquier otra manifestación!
En la Comunidad Autónoma Vasca este fin de semana el movimiento vasco de solidaridad y lucha por los presos apareció, con éxito, defendiendo los derechos humanos y las libertades contra la cadena perpetua por la que apuestan los de la “doctrina Parot”.
También movilizaciones contra la ampliación del Prat, Barajas o Palma se han visto este fin de semana. En Catalunya el proyecto de momento decayó. En Madrid y Baleares por ahora se mantiene. La calle empieza a hablar. Va despacio, la post pandemia y la crisis, pesan, pero cada día se suman nuevas razones, y nuevas y viejas causas salen a la luz.