Da la impresión de que todo pende de un hilo, que está en el aire. Esta semana el presidente Sánchez fue al Congreso para explicar el acuerdo operativo que le permitirá inyectar el dinero de la UE a las cuentas del reino. Más allá de los exabruptos de Casado y su PP, y las baladronadas de Vox, hay problemas profundos: pensiones, reforma laboral, modelo productivo, pobreza, precariedad… Pero todos ellos se pueden resumir en uno: el régimen del 78, sus instituciones y su marco de relaciones no son capaces de garantizar una vida digna y de calidad a la mayoría de la población. Existe una presión muy seria para abrir más y más las pensiones al negocio privado por la vía del recorte de las públicas. Se habla de la “sostenibilidad” del sistema y se manda a Bruselas un papel pactado (a última hora) con CCOO y UGT y sin los empresarios, que contempla la subida de las cotizaciones un 0,6%. Nada, por el contrario, se dice sobre recuperar los 60 mil millones de dinero público que se prestaron a los bancos para salvarlos, de los que no hemos visto ni un chavo y que sostendrían muy bien el sistema. Este fin de semana, unas bien concurridas mareas de pensionistas exigían en las calles de nuestras ciudades 1.080€ de pensión mínima y el blindaje de ese derecho en la Constitución. Tampoco se menciona esta propuesta por parte del gobierno. Es decir, las pensiones continúan sin garantizarse como se debe.
El poder adquisitivo de la mayoría de la sociedad cae, comido por una inflación que alcanza ya el 5,4%, la más alta en 32 años. Eso sí, los jefes de las eléctricas se forran. El Ingreso Mínimo Vital no alcanza, a pesar de sus ridículas cantidades de pensión (la media está en 172€ por familia), a más de un 8% de quienes viven por debajo del umbral de la pobreza. Sobre la reforma fiscal, sobre la redistribución de la riqueza, silencio. Parece que todo lo resolverá un maná europeo que no acaba de llegar. Terminar con la pobreza a través de un ingreso incondicional e individual entregado por el Estado a cada ciudadano y sostenido en una profunda reforma fiscal es lo que los días 19 y 20 de noviembre, en Asturias, abordará la Red Renta Básica en su XX simposio.
La reforma laboral sigue encallada. Ahora parece que el tope máximo del 15% de precariedad ya no será tal; se aplaza el número y la condición de los precarios a la reforma del Estatuto de los Trabajadores. En el ínterin, la negociación colectiva continúa herida de gravedad por la reforma laboral del PP y los salarios y condiciones de trabajo se resienten por ello.
Terminó la cumbre del clima en Glasgow (COP26), pero el clima no mejorará. Lo único que está mejorando es el convencimiento cada vez más extendido de que solo la movilización social, el activismo y la lucha representan el camino para garantizar la sostenibilidad. El capitalismo no puede y en Escocia volvió a demostrarse.
También se demostró estos días en el Congreso que, por el camino de los nombramientos para el Tribunal Constitucional de Enrique Arnaldo y Concepción Espejel, el régimen aumenta su crisis. La deserción de votos en las filas del PSOE y de UP así lo corroboran. El trágala, propio del transicional bipartidismo monárquico, constituye una prueba más de su naturaleza corrupta y arbitraria.
En Valencia, se celebró este sábado el encuentro de Yolanda Díaz, Mónica Oltra, Ada Colau, Mónica García y Fátima Hamed. Fue en el Teatro Olympia. Oltra afirmó: “Son todos los que están, pero no están todos los que son”. Efectivamente, un giro hacia los cuidados, hacia los derechos de las personas, hacia la igualdad feminista necesita de mucho empuje, de muchas sensibilidades, pero, sobre todo, precisa de un proyecto que coloque esas necesidades en el centro. Para lograrlo, hacen falta libertad e igualdad republicanas y el derecho de personas y pueblos a decidir sobre todo aquello que los afecta. Mientras eso no avance, todo estará en el aire.