Por segunda vez en este mes, Cataluña ha vuelto a echarse a las calles y carreteras para expresar su indignación ante unos poderes económicos y públicos que sólo escuchan al capital. Miles de ciudadanas y ciudadanos de las clases populares (trabajadores, campesinos, niños, jóvenes) han realizado 40 marchas desde los cuatro puntos cardinales de Cataluña para confluir en Barcelona en protesta por los planes de ampliación del aeropuerto. Los organizadores hablan de 90.000 participantes; la policía local de 10.000. Las imágenes reflejan seguramente más la verdad. En cualquier caso, es la segunda gran manifestación después de la de la Diada del 11 de septiembre, la semana pasada. También ha habido concentraciones en Madrid y Palma de Mallorca por el mismo motivo de ampliación de sus aeropuertos, sin llegar a ser tan numerosas. Pero seguro que el éxito de Barcelona animará a todas las movilizaciones.
La ampliación del aeropuerto es un plan de la empresa operadora AENA, con apoyo de la patronal catalana y de inversores multimillonarios. Para hacer esa ampliación tenían que destruir la laguna de La Ricarda, un espacio protegido, biodiverso y frágil, en el delta del río Llobregat. Lugar de anidamiento y reposo de aves migratorias, es como un milagro que haya sobrevivido a la especulación en medio de un área densamente habitada y llena de infraestructuras. Pues ese reducto, contraviniendo las normativas y orientaciones europeas para el cambio climático, iban a cargárselo en nombre de hacer un “aeropuerto verde”.
En el activismo catalán hay ya mucha conciencia y sensibilidad por los temas ambientales y la destrucción del territorio. Hace 10 años fracasaba el proyecto “Eurovegas” promovido por el magnate estadounidense Adelson, a pesar de que contaba con el apoyo de los gobiernos de la Generalitat (entonces presidida por Artur Mas) y del estado (del PP). Desde entonces ha habido manifestaciones significativas, sobre todo de entidades, contra planes urbanísticos por parte de territorios y comarcas concretas. Algunos planes se han materializado avanzando en la destrucción del paisaje y lugares emblemáticos como la Costa Brava; otros se han conseguido echar atrás, pero la gran mayoría solamente se han aplazado desde la crisis del 2008. De ahí que hay una actitud vigilante.
Así pues, la ofensiva patronal y especulativa del plan de ampliación del aeropuerto de Barcelona ha sido la ocasión para poner en pie de guerra a todas las organizaciones y entidades locales que luchan por el ambiente, la defensa del territorio y por mitigar el cambio climático. Y con gran éxito. La amplia unidad de sectores e intereses realmente populares, basados en la defensa de la vida, de los espacios protegidos y biodiversos, de freno al turismo masivo y a los empleos de baja calidad, de lucha contra la contaminación, ha podido asestar un golpe a ese proyecto. Con ello se demuestra que SÍ SE PUEDE vencer a los grandes intereses y a sus políticos.
La condición era y es estar atento y movilizado. Esa movilización ha dividido a tres gobiernos: el del Estado (PSOE defendiendo el proyecto de AENA y Unidas Podemos en contra); al de la Generalitat (con el vicepresidente de Junts defendiendo el acuerdo que él personalmente negoció y el presidente Aragonés declarando que sus consejeros irían a la manifestación); y el del gobierno municipal de Barcelona donde la alcaldesa se ha manifestado en contra a la vez que sus socios del PSC lo defienden. Finalmente, el propio presidente del gobierno Pedro Sánchez ha retirado el proyecto.
Pero la movilización no ha sido sólo contra el proyecto concreto del aeropuerto de Barcelona ni sólo para salvar la laguna de La Ricarda. Centenares de pancartas, de cartones, de lemas, de esas decenas de miles de participantes muestran una preocupación por el futuro. En efecto, esa ampliación era exactamente hacer lo contrario de lo hay que hacer en estos tiempos: reducir las emisiones, las construcciones faraónicas, el turismo insostenible, proteger los hábitats… Y muchas, muchas pancartas plantean el problema de fondo de un sistema de por sí depredador que sólo puede sobrevivir creciendo y creciendo, aunque mate todo lo demás. La ideología de izquierda ha estado pues muy presente. Esta manifestación enlaza con la próxima que se prepara la próxima semana, el 24 de septiembre, convocada por Fridays For Future, bajo la misma idea: Cambiemos el sistema, no el clima.
Alfons Bech Sindicalista y ecologista, es amigo y colaborador de Sin Permiso.