En el mes de abril, el de las revoluciones democráticas ibéricas, del Frente Popular y de la II República, las mujeres y hombres de Anova lo empezamos con un debate interno asambleario en el que reflexionamos sobre la situación política de nuestro país y de la coyuntura general, para analizar el mejor modo de organizarse, de cooperar y de sumar voluntades para transformar la realidad. Lo hacemos con la intención de compartir esta lucha con todas las que tengan los mismos anhelos de justicia y de dignidad.
El gran teatro del neoliberalismo, en esta fase, muestra más a las claras que nunca que el capitalismo es incompatible con una vida humana digna para todas y produce cada vez más sufrimientos para cada vez más gente. Contra lo propuesto en los últimos decenios por los propagandistas de los centros del poder y los promotores del pensamiento único, no se advierte en el horizonte el fin de la historia en torno a la ideología de un mundo globalizado unipolar de inspiración occidental.
Bien al contrario, ese proyecto se desmorona por la vía de los hechos después de treinta años de vigencia: la «crisis de hegemonía» incorpora a tal hora, a la concentración extrema de la riqueza, desigualdad; y a la crisis climática una declarada carrera armamentística y militarista.
La insaciabilidad del gran capital y su control oligárquico nos lleva a una pérdida continua de derechos para las personas trabajadoras de lo que es ejemplo claro la constante pérdida de poder adquisitivo y la pérdida de su peso sustantivo con respecto a los beneficios de una minoría. Así, son ya endémicos en nuestro país los salarios que no dan para vivir, los desahucios, la precariedad, la angustia en la gente joven o que no lo es tanto porque no ve futuro y una larga lista de consecuencias de la violencia con que el sistema actúa para acaparar beneficios con la aquiescencia de instituciones que deberían velar por el interés general.
El estado depresivo pandémico ha dado paso a su sublimación psicótica a través de la pulsión de agresividad y de muerte en la diplomacia y las relaciones internacionales, en el control de los recursos cada vez más escasos y en la represión de los frecuentes conflictos sociales. La situación de podredumbre y descomposición lleva a la barbarie y a la fascistización política y social: además, las guerras llaman por el fascismo, y el fascismo llama por las guerras. Por eso:
AFIRMAMOS
- Que la pelea por la depredación sin fin de los recursos naturales finitos y explotados por unas oligarquías progresivamente fanatizadas en la lógica de la acumulación empujan a las potencias y a los estados a una confrontación multidimensional prolongada. Que cualquier disputa de esta naturaleza disipa o liquidaría la idea misma de progreso.
- Que los límites biofísicos del planeta y los cambios climáticos, a veces extremos, son ya también fuente de inestabilidad permanente y una amenaza para la viabilidad de la vida en la Tierra. Y que ello no se detendrá si no frenamos la «locomotora del crecimiento» y los modelos de vida del hiper-consumismo y de un turbo-capitalismo que lleva inevitablemente a la escasez y a mayores confrontaciones.
- Que la resultante del edificio kafkiano y antidemocrático hoy llamado UE se ve empujado, contra sus valores fundacionales, a convertirse en un apéndice en el continente europeo de los intereses espurios de la insaciable plutocracia norteamericana, y no sólo.
- Que la configuración de este escenario aboca a los pueblos europeos –en el mejor de los casos- a la reducción drástica de su “estado de bienestar”, ya lastrado y atacado en los últimos lustros, con el peligro cierto de una mayor degradación cultural, social, política e institucional hasta escurrirse en la oscuridad de las tinieblas como sucedió mutatis mutandis en los años 30 del siglo XX. Unas “clases medias” depauperadas y miedosas pudieran reproducir monstruos de nuevo, cambiando seguridad y certezas por sus libertades y derechos
- Que los medios de comunicación de masas, en esta deriva, actúan como caja de resonancia de las clases privilegiadas traficando con la des-información. Reproducen esquemas binarios y simplifican la complejidad, pretendiendo adhesiones inquebrantables. Agitan el miedo, retuercen realidades y las deforman otras y extienden el fantasma del caos por el caos desplazando, despreciando y censurando voces y visiones serenas, críticas o alternativas.
- Que el Estado español y su arquitectura política y judicial está podrida, con unas instituciones que sirven a los intereses de unas élites parasitarias de lo público. La Guerra y el apoyo a la escalada bélica nos coloca a las puertas de una nueva crisis económica y social que se superpone a las demás que se han ido arrastrando en el último decenio, marcadas por la corrupción estructural impune en el aparato del estado en connivencia con salidas autoritarias que ansían reconvertir a la ciudadanía, depositaria de innatos derechos cívicos y políticos, en súbditos.
- Que en este interregno del PPdeG al PPdeG en Galiza, el balance de cuarenta años de auto-anemia -trece de ellos bajo la ofensiva de un neoliberalismo salvaje- pivota ahora en la histórica relación colonial respecto de un Estado Español que actúa como un protectorado de un protectorado (UE) de los EEUU. Cuatro décadas de «autonomía» ofrecen un resultado pobre: expolio sistemático de los recursos (energéticos, económicos, financieros, mineros, marinos, montes en mancomún…), de la fuerza de trabajo (emigración, exterminio del campesinado), de capital social básico (desertización de la Galiza rural), destrucción y alienación de tejido productivo industrial y también un ecocidio, un etnocidio y un lingüicidio sistemático. Un pueblo en vías de exterminio, y una nación en vías de extinción.
- Frente a esta tragedia las fuerzas políticas propias del país, que durante los dos últimos decenios del siglo XX le plantamos cara a los poderes coloniales, proyectando en la instancia política las energías de unas clases populares que no habían dejado de luchar siguiendo el camino abierto por nuestros ancestros del galleguismo político desde la Revolución de 1846 y luego por las generaciones que combatieron las dictaduras, también cometemos errores: no supimos estar a la altura en los últimos tiempos, y tenemos responsabilidades en eso.
No obstante, es necesario seguir en la lucha por una Galiza Libre y Socialista. Por una República Gallega de iguales en fraternidad con los demás pueblos de la península ibérica y del mundo.
En esta lucha estamos abiertos a sumar hasta la última mujer u hombre que comparta nuestras motivaciones y estamos seguros de que con ellas nos iremos encontrando en las calles, en los conflictos y en los debates, porque sabemos que sólo con la organización ciudadana para rebelarse contra este estado de cosas conseguiremos cambiarlas. Entre otras, y quizás hoy más que nunca
REIVINDICAMOS:
- Autodeterminación, cambio de régimen y republicanismo: un proceso de ruptura con el Régimen monárquico español que garantice nuestra plena soberanía de Galiza como nación. Las estructuras del Régimen más allá de los gobiernos, comenzando por la Monarquía y continuando por una cúpula judicial golpista, se han demostrado como verdaderos obstáculos para los cambios que precisamos. Con el objetivo de la República Gallega pretendemos no sólo un cambio formal de régimen sino una verdadera democratización, donde la soberanía resida en la gente común: la soberanía popular.
- Anti-capitalismo: frente a los valores hegemónicos que están en la base de un sistema en crisis promoveremos la justicia, el diálogo, la equidad, la igualdad, la solidaridad, la fraternidad, la defensa de los bienes comunes y el bienestar colectivo.
- Ecologismo: la crisis energética provocada por la escasez de combustibles fósiles y la crisis de materias primas, además de la contaminación, o la reducción de la biodiversidad, son una amenaza a la existencia. No cabe hoy lucha que no pase por la consideración central de una visión ecológica.
- Igualitarismo, democratización y planificación de la economía: son ya décadas de acumulación impúdica de poder en manos del capital. La desigualdad mata, así como también la deriva de la falta de control efectivo de la economía por parte de las instituciones públicas. El control de los sectores estratégicos que ganen derechos básicos tiene que estar encima de la mesa. Queremos soberanía alimentaria y energética sobre nuestro territorio y nuestros recursos.
- La lucha por la recuperación de los servicios públicos parasitados por las grandes corporaciones: sean en el abastecimiento y saneamiento de agua, cuidado a dependientes o la sanidad. El llamado libre mercado se muestra incompatible con la vida para demasiadas personas. Apostamos por una planificación de la economía que ponga en valor la vida.
- Feminismo: los sistemas de dominación precisan la violencia para perpetuarse. En el patriarcado las violencias machistas son la herramienta para alcanzar la reproducción de los roles de género y, en consecuencia, la sumisión de la mujer y de las diversidades afectivo-sexuales.
- Antimilitarismo: la crisis capitalista y de hegemonía promete una mayor inversión en armamentos en nombre de la seguridad colectiva, a riesgo de que resulte en lo contrario. Uno de los ejes de nuestra lucha será la de exigir la salida del estado español de la organización político-militar OTAN y la adopción de posiciones no-alineadas con los intereses de la industria militar en la lógica de las guerras, que van en detrimento directo del bienestar social. La OTAN es incompatible con unas relaciones internacionales en Paz.
- La hora de la ciudadanía movilizada: fijaremos la mirada en aquellos sectores conscientes que se movilizan y dan la batalla día a día en el ámbito local y en cualquier otro; en la defensa del territorio y contra el espolio eólico o minero, en las plataformas que defienden la sanidad pública, los cuidados de las personas dependientes des-mercantilizados y en la búsqueda del empoderamiento ciudadano. Nuestra apuesta por el municipalismo se basa en la necesidad del trabajo desde lo más próximo, y de una manera horizontal y radicalmente democrática. Allí donde esté constituida una asamblea municipal de unidad popular contará con la colaboración de la gente de Anova.
- Antifascismo: el auge de la ultraderecha en el seno de la sociedad civil y política del Estado Español y del resto del continente europeo es motivo de gran preocupación desde hace tiempo. Combatir eficazmente el fenómeno por todos los medios pasa también por dar respuesta a las necesidades de la gente común desde las instituciones: servicios sociales públicos, sanidad pública y enseñanza pública y fortalecidas son agentes fundamentales de la contención de la perversa serpiente que aspira a convertirse en Bestia.
- Laicismo: la separación real y eficaz Iglesia Católica-Estado y la necesidad de respetar todas las manifestaciones religiosas en el ámbito privado y público nos reafirma en la idea de que es mucho el trabajo que queda por hacer todavía en nuestra sociedad. La lucha por un estado laico y sin privilegios de ninguna clase.
- Memoria: no abandonar nunca la lucha por la Memoria Histórica y la defensa de Justicia, Verdad y Reparación acerca de los crímenes cometidos por la dictadura franquista, con las esperanzas puestas en un futuro republicano.