Montada en autobuses, la derecha llegó henchida a tomar Madrid, pero no lo logró: según la Delegación del Gobierno, consiguieron reunir a 45 mil personas en Colón. Pincharon, pero no se puede cantar victoria. Es necesario ponerse a trabajar para recuperar la iniciativa política que hoy por hoy no se tiene.
En poco más de dos semanas Sánchez ha tirado por la borda la llave que le otorgó el bloque plural de fuerzas que lo apoyó en su moción de censura contra Rajoy. Primero, fue Venezuela; luego, el fin de todo diálogo con la representación política mayoritaria en Catalunya. Ambos patinazos, sumados a la victoria electoral en las andaluzas del tridente reaccionario, han lanzado a PP, C’s y Vox a la reconquista del poder institucional perdido. Su programa se resume en envolverse en la bandera monárquica y su constitución para apretar contra los derechos de la mayoría empezando por mujeres y pueblos del reino, y así continuar aplicando el rodillo neoliberal de la austeridad y el recorte ahora que el crecimiento económico vuelve a flojear.
Atenazado por esa derecha cavernaria y su propia quinta columna liderada por Felipe González, Guerra y parte de sus barones, Sánchez se separa de los cambios sin apenas ninguna mejora. Franco permanece en su valle, Billy El niño con sus medallas pensionadas, los refugiados sin rescate en el mar, las concertinas continúan “bien puestas”, la pobreza persiste, la vivienda se mantiene inaccesible. La sanidad y la educación siguen enfermas de desinversión y privatización no revertidas y el empleo atacado por la precariedad y los bajos salarios, mientras el reino paga la deuda a banqueros sin escrúpulos y los superricos aumentan, la Seguridad Social se halla en déficit y los jueces se desentienden de la violencia sobre las mujeres. A la lentitud exasperante en el terreno social, esta semana se sumó el NO de Sánchez a Torra que agrava la cuestión nacional catalana, esa pata de los problemas que, junto los anteriormente mencionados, han colocado al régimen del 78 en una crisis irresoluble.
Recuperar la iniciativa perdida exige unidad, pero una unidad plural, municipalista, feminista y sindicalista apoyada en la movilización para recuperar salario y derechos en las empresas, y retirar la reforma laboral. Una unidad que surja de la igualdad y libertad republicanas originarias del ejercicio efectivo del derecho de autodeterminación de los pueblos del reino de España y de nuevos procesos constituyentes.
Una unidad que avanza muy poco a poco y precisa de tiempo para encontrar su propia cabeza y expresión política. Esta semana veremos algunos esbozos el día 12 en Madrid, a las puertas del juicio a los líderes políticos y sociales de Catalunya; también en Euskadi o Catalunya por el mismo motivo. Por su parte, la huelga del 8M sigue sumando adeptos y los conflictos en las empresas están encontrando su espacio, con un fondo de las candidaturas municipales que llegan camino de las elecciones de mayo y que no pueden pasar al margen de todo ello.
En vez de entrar en pánico y generar la desbandada, el gobierno de Pedro Sánchez tendría que girar a fomentar alianzas confluyentes entre las izquierdas y el bloque que apoyó la moción de cesura que permitió echar al PP del gobierno.
Necesitamos más unidad, mucha calle y candidaturas que expresen un compromiso claro e ineludible contra la España en blanco y negro que nos dibujó nítidamente en Colón el trio de la reacción. Solo de esa manera se volverá a recuperar la llave que puede abrir la puerta al futuro que estamos necesitando cada vez con más urgencia.