La fallida investidura de Sánchez y el vértigo que provoca en la izquierda la posibilidad de una nueva cita electoral, lejos de acelerar la búsqueda de “parches” para un gobierno que la mayoría parlamentaria surgida del 28 de mayo pudiera, aunque fuera con la nariz tapada, reconocer como mínimamente legítimo, parece que ha devuelto a los principales actores a su castillo.
Sánchez, transformado ya en el escudero mayor de la constitución del 78, continúa empeñado en hallar una seguridad imposible para su rey. Una y otra vez insiste machaconamente, contra el sentir del voto del 28 y lo expresado en la puerta de Ferraz (“con Rivera, no”), en encontrar acuerdos con la derecha (PP y C’s). Pactos con los que cimentar, a través de una abstención, esa quimérica mayoría estable. De mirar a la izquierda, a las fuerzas republicanas o a las soberanistas, como ya se comprobó en la investidura, nada.
Por su parte, Podemos mantiene su particular debate de carteras, organigrama y presupuesto sobre un posible gobierno de coalición que ya no será.
Urge sacar conclusiones. Y a ello parece que se ha aplicado IU, que reclama pasar página al gobierno de coalición y centrarse en buscar puntos de apoyo a partir del acuerdo presupuestario que no vio la luz por el adelanto electoral. Es una línea mucho mejor. Para empezar, porque no somete a un trágala en políticas de Estado, deja las manos libres a la izquierda para toda su acción social y política, y permite forjar alianzas con los sectores republicanos y partidarios del derecho de autodeterminación.
El nonato gobierno de coalición, la forma y final de la investidura muestran la incapacidad de Sánchez de armar algo parecido a un “gobierno de izquierdas”, pero no la imposibilidad de arrancar alguna medida, sobre todo apoyada en grandes movilizaciones de calle, a favor del pueblo en toda su heterogeneidad. Medidas urgentes y concretas, que la población votó esperando conseguir, sino del todo, al menos sí en sus aspectos más importantes: retirada de la reforma laboral, derogación de las leyes mordaza, vivienda, sanidad, educación, igualdad y cambios de política en Catalunya y respecto a todo el problema territorial.
En Portugal, la izquierda, de forma plural, sostiene un pacto de legislatura que permite a los socialistas gobernar. No se trata aquí y ahora de repetir miméticamente el ejemplo, sino de buscar un medio que posibilite a la izquierda recomponer su unidad, ampliar su base y ganar libertad en la acción y en la movilización. Necesitamos unidad; que caminen de la mano las fuerzas republicanas, soberanistas y trabajadoras. Necesitamos avanzar hacia procesos constituyentes republicanos basados en el derecho a decidir. Y necesitamos tiempo para conseguirlo. En ese marco, dar paso a un gobierno de Sánchez, que será débil, siempre será mejor que despeñarse hacia unas elecciones que, a estas alturas de julio, nadie sabe qué podrían traer.