La Amazonía ardiendo simboliza la crisis climática y la incapacidad capitalista, mientras las alertas de nueva recesión mundial sobrevuelan la cumbre de Biarritz del G7. La guerra comercial de los EEUU de Trump contra China forma parte de la hegemonía comercial y política de las grandes potencias imperialistas, pero arrastra al conjunto a la desestabilización económica.
Las bravatas del presidente norteamericano, incluso contra su Reserva Federal, muestran la torpeza y la ceguera de la que hacen gala los representantes políticos de los estados, de los dueños del mundo y el capital financiero.
Las pocas grandes familias y sus consorcios transnacionales que dominan la economía y propagan la destrucción del planeta no disponen de propuestas ni planes económicos para desenredar la madeja de una crisis general que engulle la globalización.
Las tentativas de colaboración estadounidense e inglesa en torno el Brexit, tampoco ofrece ninguna perspectiva alentadora para Europa.
Las guerras endémicas cuentan con la larga mano imperialista norteamericana por doquier, seguida, aunque sea a regañadientes, por una Unión Europea impotente ante el coloso de más allá del océano.
Brasil, con el ultraderechista Bolsonaro, manifiesta con rudeza lo pernicioso de estas políticas para la población en general, las mujeres en particular, las campesinas e indígenas y la naturaleza de la que formamos parte y vivimos.
El pulmón verde del planeta se está corroyendo, como los níveos glaciares se deshielan, lenta pero inexorablemente.
“Fuera fascista, fuera Bolsonaro” “No es fuego, es capitalismo “No hay Planeta B, queremos futuro”, gritaban en la movilización internacional de FridaysForFuture. La Marcha de las Margaritas (homenaje desde el año 2000 a las agricultoras víctimas de la violencia en el agro brasileño) se ha unido este agosto con la Marcha de las Mujeres Indígenas de representantes de las distintas etnias del gran país amazónico.
No hay tregua a la vista para las guerras comerciales y militares. La necesidad de un acuerdo sobre la Organización Mundial del Comercio (OMC) es un deseo pueril vista la deriva agresiva de Trump. Los intereses comerciales y financieros de cada familia y estado chocan y operan en contra de la libertad, la paz e igualdad en el mundo.
La conciencia, la movilización y las propuestas contra las causas del cambio climático son parte de la lucha de clases. Como el movimiento feminista mundial por la igualdad, contra la violencia de género la emancipación de las mujeres, defendiendo todas las causas y derechos básicos universales. El movimiento de la clase trabajadora sufre las consecuencias de la crisis, pero la necesidad vital del trabajo le confiere un lugar de honor en la lucha por la transformación social.
Cada movilización y lucha parcial, por pequeña que sea, cada victoria o derrota, son eslabones decisivos para el futuro libre, social y comunista que forje la alternativa al desastre capitalista.
La juventud movilizada aspira a convertir cada lucha en causa revolucionaria. Promovemos, sostenemos y participamos con ilusión en estas movilizaciones. Fomentamos la conciencia de situar la relación y la interseccionalidad de las distintas luchas en la lucha central por el programa político, el poder estatal y la expropiación del capital.