Esta semana las decisiones y los acontecimientos se siguen sucediendo deprisa. Iñaki Urdangarín ya duerme desde el lunes en la cárcel de Brieva, la que en su día albergó a Roldán. El viernes, en un desahucio en Cornellà del Llobregat, se suicidó un hombre arrojándose por la ventana. Entre medias, más de 1600 refugiados han llegado a nuestras costas; 630 embarcados en el Aquarius, el resto por sus propios medios.
El sábado fue impresionante ver el gentío que reventó las calles de Pamplona exigiendo libertad y justicia para los jóvenes de Alsasu. Fue un grito multitudinario contra las Leyes mordaza y contra una judicatura rancia y franquista que se enfrenta también ahora a la revisión de la prisión provisional de “la manada”.
Dos días antes, el gobierno de Sánchez seguía tomando medidas en su Consejo de Ministras y ministros, medidas que negaban dogmas seguidos a pies juntillas por el PP hasta hace solo 15 días. Las gestiones para recuperar la sanidad universal, comienzan. Las concertinas se removerán de la frontera sur y además se manda realizar informes para retirarle la medalla a Billy el Niño.
Por su parte crecen los contactos, Pablo Iglesias fue a La Moncloa, detrás, la negociación de los presupuestos. Unos días después, la dirección de Podemos lanzaba sus 20 medidas urgentes para la legislatura. Lamentablemente, nada sobre el derecho a decidir, nada sobre los presos catalanes y nada sobre el techo de gasto que marcará la negociación presupuestaria futura.
Los secretarios de UGT y CCOO también han tenido sus encuentros con el nuevo gobierno. Por su tibia respuesta ante la exigencia sindical de retirada de la reforma laboral, acusaron a la Ministra de Trabajo, Magdalena Valerio de reservona. Ahora bien, ellos tampoco se mostraron muy atrevidos cuando suspendieron las acciones del pasado sábado día 16.
Los principales ayuntamientos ya reconocen que, en privado, han pedido mandar la norma de gasto de Montoro al desagüe pero, en público, todavía callan.
La semana que nos dejó nos enseña un Gobierno que va tomando decisiones que, aun siendo positivas, no tocan la parte mollar de la política neoliberal. Es tanto el daño hecho y en tantos campos por el PP, que ganar algo, no solo es posible, sino urgente.
Para seguir avanzando para ganar más cambios y sobre todo para ganar aquello más decisivo, hacen faltan voces claras en la izquierda social y política, falta calle, falta movilización y por encima de todo, falta unidad. Sin ello, sin sumar sindicatos, partidos, ayuntamientos, mujeres, etc., sin que cada sector exhiba aquello que considera que este gobierno le debe, las cosas no mejorarán todo aquello que podrían.
Así que las preguntas esta semana no son qué medidas toma el gobierno, sino cuáles toma la izquierda plural en todos sus matices para ganar aquello que lleva tiempo exigiendo.