El temporal Gloria nos ha dejado 14 muertos, kilómetros de costa engullidos, ríos desbordados, humedales anegados por el agua salada, cosechas perdidas. En resumen, unas cicatrices grandes y profundas en el territorio y en quienes habitan en él.
La ciudadanía necesita ayudas para poder reparar rápidamente los daños materiales provocados. El conjunto de las administraciones deben arrimar el hombro y acordar planes de emergencia para las víctimas y las zonas más castigadas. Todo el mundo, empezando por los gobiernos municipales, sabe que a día de hoy a la obligada tarea de la reconstrucción deberá sumar una pelea a brazo partido contra la cicatería rapiñadora de las compañías de seguros y sus aliados en los tribunales.
Los temporales son recurrentes en el Mediterráneo, pero no resultan ajenos en intensidad y frecuencia, como señala la comunidad científica, al cambio climático. Así que, cuando hablamos de ayudas, hay preguntarse: ayudas ¿para qué? ¿Para volver a lo mismo? ¿Para depredar de nuevo territorio y recursos como si no hubiera un mañana? ¿Para una nueva burbuja inmobiliaria? ¿Para seguir desarrollando un modelo no sostenible y continuar favoreciendo grandes operaciones como Castor o dividendos a unas eléctricas (ENDESA) incapaces de mantener el suministro cuando es más necesario?
El nuevo gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos se ha comprometido con la agenda y los 17 objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Momentos como este muestran lo necesario de llevar a término políticas públicas que sirvan realmente para mitigar el cambio climático y prepararnos ante lo que nos depara. En definitiva, comenzar a hacer y exigir transformaciones hacia un nuevo modo de producir, de vivir, de procurarnos la solidaridad y la seguridad que exige el futuro. Sobre todo, cuando muchas administraciones han declarado la “emergencia climática” particularmente en Catalunya, la zona ahora más afectada.
En pleno temporal Gloria, se anunció el acuerdo por el cual el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) crece un 5,5%. Fue una noticia que, sin reducir un ápice el dolor y la indignación provocados por el temporal y la indiferencia de las grandes compañías, supo precisamente a gloria. El incremento del SMI constituye un acicate para la revisión y mejora de los convenios. Es verdad que supone menos de lo esperado (1.000€), pero ayuda y mucho. Mientras que los efectos del temporal exigen mayor organización y mayor capacidad de intermediación de la población ante las administraciones, la subida del SMI auxilia el trabajo sindical.
Por su parte, el próximo 31 de enero está convocada la huelga vasca por las pensiones. Cada acción de hoy va abriendo la puerta a lo que puede ser mañana. Que las lecciones del temporal, el incremento del SMI o la huelga del día 31 sirvan para que el futuro gire de manera más decidida a favor de la mayoría.