La certeza de que el Tribunal Supremo condenará a los líderes 
sociales y políticos catalanes procesados por haber promovido el 
referéndum del 1 de octubre nos obliga, como personas afiliadas y como 
demócratas, a tomar una posición clara.
La sentencia será una 
condena no sólo del derecho a luchar por la autodeterminación, sino 
también del ejercicio de la desobediencia masiva ante decisiones 
injustas y del derecho a la disidencia política, cuando afecta pilares 
fundamentales del Estado surgido de la Transición.
Cabe recordar 
que los primeros encarcelados por las movilizaciones de septiembre y 
octubre de 2017 fueron Jordi Cuixart y Jordi Sánchez, en su calidad de 
presidentes de las dos principales entidades cívicas de Cataluña, Òmnium
 y la ANC. Lo fueron el 16 de octubre, once días antes de la declaración
 de independencia en el Parlamento. Su condena, por tanto, lo será por 
haber ejercido derechos fundamentales, entre otros el de manifestación 
(el 20 de septiembre y otros), el de expresión (por ser partidarios del 
derecho a decidir del pueblo de Cataluña) y el de voto (por haber 
impulsado el referéndum).
A pesar de que la cúpula del aparato 
judicial del Reino de España tenga una agenda política y social propia, 
es obvio que la sentencia será la expresión de la actitud del conjunto 
del Estado y de sus poderes reales: desde la corona hasta el Ibex 35, 
pasando por los partidos que sostienen el régimen del 78 (fruto de una 
transición en la que las fuerzas populares no conseguimos una auténtica 
ruptura democrática con el franquismo).
El movimiento sindical 
debe considerar la sentencia como un paso más, especialmente grave, en 
el curso de involución antidemocrática del Estado, que no sólo afecta a 
Cataluña (jóvenes de Altsasu, raperos, titiriteros, activistas por el 
laicismo…).
Esta posición clara, para que sea coherente, debe 
corresponderse con la actitud decidida de impulsar las movilizaciones 
necesarias para denunciar la sentencia, en unidad con el máximo número 
posible de fuerzas sindicales, sociales y políticas.
Además de 
basarnos en criterios democráticos elementales, el movimiento sindical 
tenemos un particular interés en defender las libertades y en combatir 
la criminalización de la protesta y la disidencia. La protesta, la 
disidencia y el ejercicio de los derechos derivados de las libertades 
democráticas han sido, son y serán un componente esencial de la 
actividad sindical. El movimiento obrero siempre hemos estado a la 
vanguardia de la lucha por las libertades, y tenemos que ser también 
protagonistas de la lucha contra su recorte.
A falta de la única 
sentencia justa, que sería la absolución de todas y todos los 
procesados, llamamos a todo el movimiento sindical a comprometerse en la
 defensa de la libertad, de la amnistía para los y las condenadas y de 
la autodeterminación de Cataluña, como vía democrática para decidir el 
futuro de nuestro país.
 
Cataluña, septiembre-2019