La hora de la verdad

Ayer juraron los 22 ministros; hoy se reúnen por primera vez, entre hoy y el próximo viernes 17 será su gran prueba, el momento de ver qué primeras disposiciones toma este gobierno de PSOE e Unidas Podemos. Muchas son las ilusiones depositadas en él, pero no son menos las desconfianzas. Y es que ha llovido mucho desde la crisis de 2008 y urgen medidas rápidas y claras en defensa de la mayoría que ya no pueden demorarse más. Medidas posibles e inmediatas como la subida del salario mínimo o de las pensiones. Medidas para conseguir la protección de las mujeres víctimas de violencia de género; el contador del maltrato, no ha entendido de esperas y ha seguido lamentablemente sumando víctimas sin descanso. Se pueden y se deben realizar decretos que no admiten demora. El gobierno naciente debe sustanciar el constitucionalismo democrático del que habla Pablo Iglesias en 10 primeras medias. Mientras éstas no lleguen, 120 familias perderán cada día su vivienda, seguirá habiendo personas que fallecerán trabajando o que continuarán siendo despedidos por “enfermedad” según la doctrina del Tribunal constitucional. Todo ello por no hablar de la situación en Catalunya, de sus instituciones y de cargos electos. Un contexto del que no son ajenas las decisiones de una justicia que ha hecho de la actual “unidad de España” su única divisa.

En resumen, hay que comenzar, sin más dilación, a desmontar el legado del PP de Rajoy. Derogar las leyes mordaza, la reforma laboral, la reforma de las pensiones de 2013, Ley Montoro contra las haciendas locales y encarar medidas serias contra la desigualdad, a favor de valores republicanos y de una solución basada en el derecho democrático a decidir (autodeterminación y amnistía) para los pueblos del reino, empezando por Catalunya.

El tridente de la derecha ya avisó que no iba a dar ni un minuto de tregua al gobierno y, en consecuencia, el pasado domingo, Vox, su avanzadilla más firme, organizó, sin mucho éxito, concentraciones a las puertas de muchos ayuntamientos, mientras el PP ya anuncia recurso contra la posible nueva Fiscal General del Estado. No cejarán. Toda idea de búsqueda de un acuerdo (a partir de los mecanismos del obligado bipartidismo, base del régimen del 78) ya sea para renovar el poder judicial, ya para afrontar la financiación autonómica o municipal, todo apunta a que serán reventados por la derecha y la patronal antes de nacer. Lo vimos hace una década durante la primera legislatura de Zapatero y ahora no parece que vaya a ser distinto. Bien al contrario, la propia situación de agravamiento de las contradicciones y la parálisis del entramado institucional del 78 y la desaceleración económica tampoco ayudan.

A las dificultades propias de la fragilidad e inestabilidad de la actual mayoría parlamentaria, hija de la crisis del régimen, hay que sumarle la funesta “austeridad” que nos dirige. El gobierno que estrenamos será el primero que deberá ejecutar (al 100%) el dictado del reformado artículo 135 de la Constitución. Habrá que recortar 25 mil millones y rebajar la deuda pública en medio billón.

Por si todo esto fuera poco, el Parlamento Europeo retiró hace unos días la credencial a Oriol Junqueras mientras, por su parte, el Tribunal Supremo mantiene su cruzada contra las instituciones catalanas y Quim Torra.

Como se observa, pasar de las musas al teatro y desarrollar el “constitucionalismo democrático” que pregona Unidas Podemos no resultará una tarea fácil. Nosotros, pensamos que no hay margen para el mismo, la crisis del régimen ahogó hace ya mucho tiempo esa posibilidad. Ahora bien, existe un espacio evidente y concreto de mejora, de cambios. Un espacio común que para el actual gobierno será de mejoramiento de la constitución del 78 y para nosotros escuela para la formación del bloque republicano que debe ir armándose.

En todo caso, ni una, ni otra cosa avanzará sin que la escena política esté dominada por la movilización social y de calle, sin la unidad amplia de lo social y también de sectores y fuerzas con representación institucional. Elementos ambos que volvieron a ser claves para el éxito de la movilización a favor de los presos en Baiona y Bilbo este domingo. De la construcción de ese espacio y de la fuerza que llegue a poseer dependerá el futuro de ambas salidas y la suerte de todos.