En mayo del 2023 habrá elecciones municipales y, de nuevo, a la propia Asamblea de la Comunidad de Madrid, lo que supondrá una oportunidad para las izquierdas que vienen de una derrota inapelable en los comicios del pasado 4 de mayo. Recordemos que aquella noche, el PP pasó de 30 a 65 escaños y de 714.718 votos a 1.620.213, absorbió a C’s, que desapareció de la cámara, y arañó voto en todos los sectores. Por si fuera poco, Vox, la extrema derecha, reunió 13 escaños, uno más de los que ya tenía. En esas elecciones la suma de todos los votos de las tres izquierdas, 1.485.860 -Más Madrid (614.660), PSOE (610.190) y UP (261.010), resultó menor que el voto al PP y se redujo en casi 45 mil apoyos respecto a los recogidos por las mismas organizaciones en la cita electoral de 2019 (1.530.620) [1].
Las izquierdas en Madrid han perdido 20 de las últimas 23 citas electorales; a pesar de que ganaron las municipales en la capital en 2015, ya no lo hicieron en 2019. En cuanto a la Comunidad, el gobierno del PP se prolonga de manera ininterrumpida desde 1995. Resulta pues evidente que, frente a los cambios de candidato en el PSOE o la entrada de nuevas fuerzas en escena (Unidas Podemos o Ahora Madrid) y más allá de los aciertos y errores de cada una de ellas, existen problemas de fondo que están dificultando que una plaza fundamental caiga del lado de las fuerzas de progreso.
Pisando fuerte
De momento, el resultado de las elecciones del 4 de mayo se ha transformado en un endurecimiento de todas las medidas neoliberales extremas que constituyen la seña de identidad del PP. En poco más de 30 días, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad, instalada en su cómoda mayoría, no ha dudado en liquidar la nonata comisión que iba a depurar en la Asamblea responsabilidades sobre los más de 6 mil fallecidos en las residencias de ancianos en la primera ola del Covid. Tampoco le ha temblado el pulso para entregar a Deloitte[2] el control de la gestión de los fondos Next Generation UE o descabezar TeleMadrid nombrando como administrador provisional a José Antonio Sánchez[3] que, sin perder el tiempo, ya ha despedido a toda la anterior dirección.
Finalmente, mientras continúa desmantelando la sanidad, la educación y organizando un caos generalizado en la vacunación ante la Covid-19, ya ha anunciado nuevas bajadas de impuestos para los más ricos.
Las dos caras de la situación
Las izquierdas no saben muy bien cómo salir de la dura situación social que se vive en la Comunidad, agravada claramente por la gestión neoliberal que se está realizado de la pandemia. Madrid es la comunidad con el número de difuntos por la Covid-19 más el más alto del reino[4]. La sanidad pública se halla colapsada a la par que florece la sanidad privada. La región tiene disparadas las listas de espera quirúrgicas; 115.841 personas aguardan más de tres meses para una primera cita con el especialista y 49.855, más de 90 días para una prueba diagnóstica[5] .
Por su parte, Caritas señala en sus informes[6] como en la región más rica[7] y desigual[8] del reino hay un 16,5% de población en exclusión social, 490 mil personas en situación de exclusión severa y un número de trabajadores pobres que alcanza el 12,3%.
El PP desdeña todos estos datos o cualquier otro número que no concuerde con su propaganda, para lo que cuenta con el inestimable y enorme respaldo de los medios de comunicación. El PP insiste, una y otra vez, en que su apuesta por un neoliberalismo extremo permite a Madrid ganar población, tener salarios más altos, poseer un porcentaje de la población con estudios universitarios notablemente superior a la media del reino, mostrar un mayor dinamismo económico o una mayor productividad en el trabajo. Siendo todos esos datos verdaderos, la política que realiza el PP influye de manera bastante tangencial sobre todos ellos, salvo en aquellos aspectos referidos a política social e impuestos.
Algunos datos económicos relevantes
El informe del IvieLab “Madrid: capitalidad, economía del conocimiento y competencia fiscal” [9] resulta enormemente ilustrador sobre esa realidad. En él se señala como, por ejemplo, de los 23.824 millones totales de inversión extranjera que recibió el reino de España en 2020, la comunidad de Madrid absorbió hasta tres cuartas partes de esa cantidad. Madrid también es el lugar donde tienen su sede el 44,5% de las mil mayores empresas españolas y donde forjan el 56% de todos sus ingresos. La Comunidad suma el 19,2% del conjunto del PIB estatal, posee el mayor nivel de renta por habitante (35.000€), un 36% por encima del promedio español y un 16% sobre la media europea. Su tejido productivo está compuesto por un 85% de servicios y no llega a un 10%, de industria. Ese sector servicios cuenta además con alto valor añadido: TIC, ciencia, tecnología, actividad financiera o constructora, mucha de ella internacionalmente conectada o dependiente. Razones éstas por las cuales en Madrid se concentra el 21% de las ocupaciones cualificadas del reino y buena parte del conocimiento. La Comunidad alberga también una potente red pública y privada de universidades y centros de investigación que ayudan a su competitividad y atraen constantemente mano de obra. El 30% de las personas ocupadas en Madrid lo estuvieron previamente en otra comunidad o en otro país.
La Capital
Hoy, el motor principal de Madrid, a diferencia de hace 50 años, no es público, sino privado, es decir, las empresas del Ibex 35 y el capital internacional. Pero la pujanza de Madrid no puede comprenderse sin el carácter radial de las comunicaciones terrestres, sin las grandes inversiones aeroportuarias, sin su naturaleza de espacio sede de todos los sectores y poderes públicos, incluidos los centros de investigación como lugar en el que se toman muchas decisiones fundamentales. Madrid constituye un enorme enjambre de infraestructuras, conexiones y realidades para el que han sido indispensables ingentes cantidades de dinero público orquestadas alrededor de la que es, desde hace siglos, la capital del reino y ejemplo de un cierto modelo de Estado.[10]
La corte de los milagros
El modelo de Madrid es el de las élites y el del capitalismo de amiguetes. Un patrón de negocio que se engrasa a partir de importantes cadenas de corrupción (de favores y ventajas) que entremezclan poder político y económico. Los ejemplos de tramas como Gürtel, Lezo, Púnica y de nombres como Bárcenas, ex tesorero del PP, o el ex comisario Villarejo dan fe de ellas. Un Madrid que podría decirse que queda perfectamente resumido en la biografía del hoy huido rey emérito Juan Carlos I y su fortuna, de la que no parecen ajenos ni el tráfico de armas ni la evasión de impuestos[11].
Pero sin duda alguna, si hay un momento político que marca la inflexión en Madrid es el “Tamayazo”. Es decir, la repetición de unas elecciones autonómicas en 2003 que provocó la subsiguiente victoria del PP de Esperanza Aguirre. Ese año, Tamayo y Sáez, dos diputados autonómicos de un PSOE que había ganado los comicios y se aprestaba a gobernar con IU, no votaron a favor de la investidura de Rafael Simancas, el candidato de su partido. A partir de ese instante, la voluntad popular no ha encontrado el medio de vencer al conglomerado de constructores y capital financiero que, por el camino de la corrupción, le birlaron los dos diputados. Desde entonces las izquierdas no han ganado una elección autonómica. Se cumplió la frase de Louis Brandeis, juez de la Suprema Corte de los EEUU, cuando en los años 30 señaló: «Podemos tener democracia o podemos tener la riqueza concentrada en las manos de unas pocas personas, pero no podemos tener ambas cosas a la vez”.
Un problema de democracia
La realidad económica de Madrid genera un espacio de clase media asociada a lo antes resumido que tiene un peso determinante en la política y en la configuración de mayorías. Un espacio que vive y se hace fuerte en la ventaja material que da “ser de Madrid y vivir en Madrid” por encima de sus comunidades limítrofes de las que extrae recursos humanos (inmigración) y materiales (energía, modo de configuración y diseño de infraestructuras, así como organización de la cadena de valor) y del resto del reino. Pensemos que el porcentaje de empleados públicos en la capital dobla el peso de la población de Madrid en España. O lo que es lo mismo, que la “modernización” surgida al amparo de los consensos del régimen del 78, basada en una descentralización administrativa, se quedó muy corta. Es decir, no ha alcanzado a partes determinantes del aparato de Estado ni a otras con mucho peso simbólico como, por ejemplo, la Fábrica de la Moneda y Timbre, la Biblioteca Nacional o los principales museos. Todo eso es Madrid y todo eso da un número mayor de opciones al “madrileño”, por escasas que sean, respecto a cualquier otro ciudadano del reino.
Al principio de este artículo señalábamos como el PP asocia su éxito en Madrid a la política que realiza y presenta bajo la égida de un supuesto Estado mínimo que garantiza, de esa manera, la libertad de su ciudadanía gracias al mercado. La falacia resulta total. De un lado, porque si en algún sitio el Estado español y las instituciones del régimen del 78 al completo se hallan presentes y pesan de manera determinante en todas sus dimensiones es, precisamente, en Madrid (empleos, lazos, finanzas, etc.). Del otro, porque sin reglas no existe nada que pueda tener el nombre de mercado. Esto significa que el Estado lo preside todo y que son sus normas las que articulan todo al servicio de quienes dominan en la comunidad más desigual del reino. La comunidad en la que un porcentaje muy grande de la población, debido a esa desigualdad, es arrojada fuera de la ciudadanía o ve muy limitada su capacidad de ejercerla.
Ahora bien, esta falacia del PP se sostiene sobre dos hechos. El primero que todo derecho, si es tomado en serio, cuesta dinero. La justicia cuesta dinero, la seguridad cuesta dinero, la defensa del derecho de propiedad cuesta dinero. El segundo, que las élites que dirigen la sociedad madrileña se encuentran en condiciones de dictar, gracias a la Administración del PP, qué derechos, vía exenciones fiscales para el 10% más rico[12], son fundamentales y cuáles accesorios. Así, se mantienen y defienden aquellos elementos “esenciales” como jueces, policías y estructura administrativa que garantizan propiedad y ventajas (casi todo estatal, no autonómico) y se desmantela aquello que las clases dominantes no “usan” como sanidad, educación y políticas sociales compensatorias. Por tanto, no se reduce el Estado, sino que se refuerza su carácter parásito y no democrático para la mayoría de la sociedad. La “gran aportación” del PP madrileño a Madrid es simplemente ser, a través del no pago de impuestos, un elemento agregador al enriquecimiento de los más ricos y tribuna de reacción. No siendo poco, eso es todo.
Una perspectiva republicana
Este sistema genera una desigualdad enorme que afecta a la población dentro de cada municipio y especialmente, entre el noroeste rico y el sur- sureste pobre[13].La raíz del problema se halla en “el robo de la democracia” que el Tamayazo expresó con toda su crudeza.
El camino para avanzar en la recuperación de Madrid debería, tal vez, ir por el lado de la regeneración de esa democracia. En otras palabras, de la garantía de ejercicio de los derechos ciudadanos en condiciones de igualdad, o sea, de manera incondicional y pública. Nos referimos al derecho a la salud, a la educación, a la vivienda o a la garantía de la existencia material a través de una renta básica. Para lograrlo, dada la división actual y las cifras en voto de cada fuerza de las izquierdas, la política de alianzas y acuerdos se convierte en una vía fundamental. Acuerdos y alianzas entre ellas y sobre todo con el territorio, los municipios y el tejido asociativo plural que existe. Se trata de generar un nuevo contrato social basado en términos de desarrollo humano y leyes que lo garanticen. Es decir, que aseguren los derechos básicos para la población. Ese contrato y la reforma fiscal que lo haga posible se inserta, al basarse en la igualdad y la universalidad, en el marco de una política republicana.
Recuperar Madrid exige reformas profundas y mucha unidad. Cambios en la manera de hacer política, cambios en los objetivos para garantizar los derechos que la mayoría necesita. Por muy duro que parezca, con lo hecho hasta el momento no se ha conseguido.Notas:
[1] Un análisis de los resultados de las elecciones del 4 de mayo puede encontrarse (aquí)
[2] La administración regional reclama 22.471 millones de euros para llevar a cabo 214 inversiones dentro de un total de 28 reformas.
[3] https://www.lainformacion.com/espana/madrid/ayuso-nombra-nuevo-administrador-telemadrid/2844305/
[4] https://cadenaser.com/emisora/2021/06/17/radio_madrid/1623940301_406260.html
[5]https://www.eldiario.es/madrid/pandemia-colapsa-sanidad-madrid-dispara-3-500-lista-espera-operarse_1_8130343.html
[6] https://www.caritas.es/noticias/informe-foessa-en-madrid-la-desigualdad-…
[7] PIB per capita de 35.913 euros anuales —un 36% por encima de la media nacional-
[8] Por ejemplo, en Pozuelo de Alarcón la renta es de 85.000 euros al año y a solo 30 kilómetros, en Ciempozuelos de 23 mil.
[9] Laboratorio de Análisis de Políticas Públicas (IvieLAB) creado en 2018 por el Ivie en colaboración con Presidencia
de la Generalitat Valenciana (GVA)
[10] El sector público hoy acompaña de manera determinante y refuerza el dinamismo del sector privado y. trabaja a favor de la tendencia natural del capitalismo a concentrarse. Por ejemplo, la aglutinación de los órganos de contratación en Madrid trae como consecuencia que del conjunto de las 109.422 licitaciones del sector público analizadas por el IvieLab en su informe, un 72% corresponda a órganos de contratación ubicados en la Comunidad de Madrid, órganos que, asignan el 64,4% del importe de las licitaciones que gestionan a empresas españolas ubicadas en Madrid.
[11] https://www.publico.es/politica/exclusiva-juan-carlos-i-rey-juan-carlos-…
[12] Madrid deja de ingresar 4.100 millones euros al año por sucesiones, donaciones y patrimonio.
[13]https://www.nuevatribuna.es/articulo/actualidad/comunidadmadri-desiguald…
Carlos Girbau Es Concejal de Ahora Ciempozuelos y amigo de Sin Permiso.