Se estrecha el círculo sobre el rey emérito Juan Carlos I. Cada nueva información llena de oprobio a la monarquía y destapa la gran mentira sobre la que se aguanta. Cuántas veces le habremos oído decir que había que estar unidos, que la justicia debe ser igual para todos, que entre todos superaremos las crisis. Frases vacías repetidas una y otra vez, mientras, cual tío Gilito, se reía de todos nosotros ante la máquina de contar billetes que se había hecho trasladar a La Zarzuela o de todas las ilegalidades cometidas protegido por los poderes del Estado. Todo lo que sabemos dicta una clara sentencia popular: es un corrupto, debe ser juzgado por ello, ni mereció ser rey (¿habrá que recordar que fue Franco quien lo nombró?) ni merece ser emérito. Hasta los supuestos actos en defensa de la democracia aparecen ahora como lo que realmente fueron, supuestos, y formando parte de una gran operación de ocultación y engaño colectivo para presentar como campechano y “demócrata” a quien no es más que un corrupto incorregible.
Existe una evidente preocupación de los poderes económicos, políticos y del aparato del Estado por el enorme desprestigio de la monarquía y por el temor de que pueda abrirse una crisis de incalculables consecuencias. Para la prensa internacional es un escándalo mayúsculo y el periódico conservador The Spectator se pregunta si Felipe será el último rey de España. Por eso se ha puesto en marcha la operación para salvar la continuidad de la monarquía. Si lo que tienen que ofrecer es la lamentable gira turística de los reyes o apartar al emérito (que parece que se resiste) es bien poco para lo que ha robado y lo que representa de institución parásita y de otra época. Para que haga discursos como su padre, que luego sabemos que no cumple, para que pronuncie cuatro generalidades o se apoye en la barra de un bar como expresión de su máximo acercamiento al pueblo… para eso no se necesita un monarca ni una monarquía.
Pero las crisis políticas y sociales no necesariamente encuentran un camino democrático y favorable para las clases populares, hay que darles un empujón para que sea posible. La excelente iniciativa de Ómnium Cultural va en ese sentido. La entidad ha lanzado una campaña bajo el lema: “Ayúdanos a denunciar a la monarquía española en el mundo. Hagámosla caer” (Ajuda’ns a denunciar la monarquia española al món. Fem-la caure)
Quien impulsa esta campaña es una asociación cultural catalana de defensa de la lengua y de las libertades democráticas que tiene, nada más y nada menos, que 182.633 socios. No son solo personas inscritas en un registro, sino socios que pagan regularmente una cuota. Es una de las principales entidades del Estado español e incluso de Europa y la más importante por número de socios en Cataluña. Ómnium fue fundada en 1961, en plena dictadura, para combatir la censura y la persecución de la cultura catalana por el franquismo. Fue prohibida entre 1963 y 1967 y siempre ha estado presente en las luchas por los derechos democráticos, particularmente en Cataluña, pero también en España y a nivel internacional. Su papel fue creciendo conforme se desarrollaba la rebelión catalana exigiendo el derecho a decidir. Junto a la ANC (Asamblea Nacional Catalana) Ómnium ha sido convocante de las manifestaciones que durante estos años han sacado a la calle a millones de personas. Su presidente, Jordi Cuixart, juzgado y condenado por los hechos de octubre de 2017, es uno de los dirigentes más lúcidos y reconocidos del movimiento soberanista e independentista.
Políticamente es una campaña muy clara y tajante (¡hagamos caer a la monarquía!) pero aún lo es más por la importancia y capacidad que ha demostrado Ómnium. De momento las iniciativas que ha tomado son: la petición a Suiza para que bloquee los fondos del emérito; una querella criminal ante el Tribunal Supremo por los delitos de fraude fiscal, corrupción y blanqueo de capitales y contactos con las ONG,s suizas de derechos humanos y lucha contra la corrupción para que presionen a su gobierno y congele los bienes que tenga el emérito en ese país.
A nivel internacional el proceso está en marcha. El Consejo Federal suizo ha iniciado la tramitación de la petición de bloqueo. Marcel Mauri, vicepresidente de Ómnium, ha explicado que “la congelación de bienes y cuentas bancarias ha de ser el primer paso para una investigación penal, para demostrar el origen irregular, opaco e ilícito de esta fortuna […] Desde Ómnium tenemos claro que hay que acabar con la impunidad y el juego sucio con que actúa la monarquía española y la anomalía que supone en cualquier democracia moderna”. Lo que se pretende es utilizar un mecanismo que fue eficaz contra el ex presidente de Egipto, Hosni Mubarak, el ex presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, y el ex presidente de Túnez, Ben Ali.
Las razones de esta campaña son bien simples: por corrupción, de la que nadie tiene dudas; por antidemocrática, en Cataluña no se olvida el discurso del actual rey el 3 de octubre de 2017 legitimando la violencia policial contra quienes se acercaron a votar el 1 de octubre, además nunca la monarquía fue refrendada por los ciudadanos y porque se quiere una república catalana “donde los derechos civiles, políticos y sociales de todos los ciudadanos estén en el centro y que defenderlos no sea motivo de prisión, represión o exilio. Porque queremos una república catalana en la que los propios ciudadanos sean la fuerza transformadora para conseguir una sociedad más justa y cohesionada”.
Esta campaña visibiliza la ruptura que en Cataluña existe con la monarquía. Una encuesta de este mes de junio indicaba que el actual rey tiene una valoración de 2,7 sobre 10 y que un 56,3% de catalanes consideran que tendría que abdicar. El pasado viernes día 17, los monarcas tenían que visitar Cataluña en esa gira turística que están realizando. La suspendieron sin explicar las razones. Quizás algo tuviera que ver con la convocatoria de acciones de protesta en los lugares que pensaba visitar. Trasladaron la visita al País Vasco, donde también se encontraron con concentraciones de protesta. El lunes 20 vuelven a Cataluña, aunque con la excusa de la emergencia sanitaria solo estarán en el monasterio de Poblet, donde también encontraran muestras de rechazo.
La excelente campaña de Ómnium necesitará continuidad y más acciones e iniciativas. [En Madrid está convocada una manifestación el próximo 25 de julio a las 20 horas en Atocha] Ellos han dado un primer empujón contra la monarquía y por la república catalana; es el momento de unir los esfuerzos republicanos en el conjunto del Estado para que el rechazo a la corrupción monárquica se transforme en un movimiento positivo, alternativo, democrático y republicano de los diferentes pueblos que conforman el Reino de España.
Miguel Salas es miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso