Una mirada diferente sobre la rebelión catalana

Sobre el libro Carta a un republicano español

En pocas semanas hará ya cuatro años que la revuelta catalana conmocionó al Reino de España. Fueron unos acontecimientos que determinaron la vida política, y aunque ahora sus repercusiones parecen amortiguadas, siguen sin resolverse las causas profundas que los provocaron. Y es bien sabido que los problemas no resueltos tienden, de una manera u otra, a reaparecer. De la muy prolífica producción literaria e investigadora sobre la rebelión catalana el libro Carta a un republicano español aporta una mirada distinta, tiene un destinatario definido y un objetivo determinado. Lo ha escrito Jordi Serrano (Sabadell, 1958), historiador y rector de la Universitat Progressista d’Estiu de Catalunya (UPEC), y lo ha publicado Bellaterra Edicions.

La mayoría de la literatura publicada se ha centrado en relatar los hechos de octubre de 2017, las razones previas de esa explosión de movilización democrática, así como los distintos elementos para extraer un balance. El hilo conductor del texto resalta el carácter republicano del movimiento de emancipación nacional, con la iniciativa en manos del independentismo; rechaza a quien lo pretende reducir a su carácter identitario y, sobre todo, plantea la necesidad de una perspectiva republicana, tanto para el soberanismo e independentismo catalán como para las izquierdas y los demócratas de todo el Estado.

El libro tiene como interés añadido el relato de los diferentes intentos de abordar el problema nacional catalán a lo largo de la historia y de cómo todos ellos han estado ligados a expresiones políticas populares, de izquierdas y republicanas; desde la I República con Pi i Margall, que escribe: “Organicemos el reino sobre la base de una federación republicana”. También en los inicios del movimiento obrero en Cataluña las exigencias sociales, democráticas y nacionales fueron siempre al unísono, y estuvieron bien presentes en la efervescencia revolucionaria de los años 30 del siglo XX. El autor cita a Andreu Nin, que en 1934 consideraba “la proclamación de la República catalana como un acto de enorme trascendencia revolucionaria”. Y también fue un elemento clave en la movilización antifranquista. Manuel Sacristán, reconocido intelectual que fue militante del PSUC, escribió: “Solo el paso por ese requisito aparentemente utópico de la autodeterminación plena, radical, con derecho a la separación y a la formación de estados, nos dará una situación nítida y buena”.   

En ese repaso histórico aparecen también los intentos de abordar el problema durante la Transición, especialmente el “federalismo asimétrico” impulsado por Pascual Maragall (que en la práctica representaba una alianza entre ERC y el PSC), que el propio PSOE se ocupó de liquidar. Porque el impulso independentista es la expresión del fracaso de las otras vías, y por eso mismo tiene ese carácter republicano, de ruptura con el régimen monárquico. Lo que el libro pone a debate es que la respuesta a los diferentes problemas en el Reino de España necesita una mirada republicana, en Cataluña y en todo el Estado. 

Cualquier lector puede sentirse interesado por el texto: conocerá detalles del proceso de movilización más masivo que ha sucedido en Europa en los últimos decenios; aprenderá de la historia del republicanismo en España y Cataluña; se irritará con la corrupción acumulada, tanto por la derecha española como por la catalana, y encontrará decenas de argumentos para convencerse de la necesidad de acabar con la Monarquía.

Pero al autor le interesa un destinatario concreto: las personas demócratas y de izquierdas que se sienten republicanas, ya sea en la práctica o de pensamiento, y que, por una razón u otra, no se han sentido concernidos con la rebelión catalana, no la han entendido o incluso se han mostrado opuestos. Les ofrece hechos y argumentos fraternales para convencerlos de que “Cataluña es la avanzada del republicanismo en España. Cataluña se ha atrevido a desafiar al monstruo, cualquier persona de izquierdas en España tendría que simpatizar con ello”.  

Estamos ante un libro militante. No pretende solo una enumeración de acontecimientos, sino que busca la implicación del lector en la búsqueda de un futuro republicano, insistimos, como respuesta al problema catalán y al de España. Para avanzar en esa dirección, una de sus conclusiones es: “Hay que conseguir una hegemonía republicana si alguien quiere solucionar el problema español”.

Una advertencia

En el pormenorizado, y a veces abrumador, relato de los hechos dedica una especial atención a mostrar la alianza de los poderes fácticos del Estado, desde el Rey hasta los jueces, policías y patronales como reacción frente al republicanismo catalán y al horror de las clases dirigentes a que ese republicanismo pudiera extenderse al conjunto del Estado. Por eso mismo, esta Carta es también una advertencia para que las izquierdas y los demócratas no miren hacia otro lado, porque lo que está en juego nos concierne a todas y a todos.

No es difícil comprender -vista la reacción de los poderes monárquicos- el “a por ellos”, que significa derrotar a quienes se rebelan y limitar derechos y libertades para el conjunto de la población, no solo para Cataluña. La reacción puede ir aún más lejos. En el libro se encuentra esta cita: “España es irrevocable. Los españoles podrán decidir acerca de cosas secundarias; pero acerca de la esencia misma de España no tienen nada que decidir”. Esto lo podríamos escuchar de cualquier representante de las derechas, desde VOX, el PP o C’s, pero viene de un pasado lejano que parece revivir. Es una declaración de 1934 del fundador del fascismo español, José Antonio Primo de Rivera. Lo que está en juego no afecta solo a Cataluña, ni solo a la organización territorial de los distintos pueblos y regiones que conforman el Reino de España. Lo que está en juego es la idea del Estado y de las libertades que tienen las clases dirigentes, recortarlas o negarlas (los españoles no tienen nada que decidir sobre las cosas esenciales) o darle un vuelco a la larga y profunda crisis del actual régimen a través de una alianza republicana de las distintas fuerzas políticas de las izquierdas y los pueblos. Aferrarse al actual estado de cosas es lo que no tiene futuro.

El libro empieza con un excelente prólogo de Xosé Manuel Beiras (sorprende que en la portada se anuncie con letras tan mínimas) presentado como carta de respuesta a la Carta a un republicano español. Es, de hecho, un diálogo entre republicanos en el que Beiras aporta vivencias y experiencias que enriquecen las bases para comprender el “ejercicio de un cardinal principio republicano: la fraternidad. El principio que deberíamos, mejor dicho, debemos practicar todos los ciudadanos libres, demócratas y republicanos en el ámbito de la pell de brau (piel de toro)”.

Después de toda experiencia histórica suele ser complejo sacar el balance y las lecciones para definir nuevas perspectivas. Kristin Ross, autora de diversos libros sobre la experiencia de La Comuna de París de 1871, lo plantea de esta manera: “La propia lucha política produce nuevas condiciones, modifica las relaciones sociales, cambia a los participantes del evento y su propia forma de pensar y de hablar; la lucha misma crea nuevas formas políticas, nuevas formas de ser y una nueva comprensión teórica de esas formas. La dialéctica entre lo vivido y lo concebido […] es una dialéctica real, en la que algo no se puede llegar a pensar hasta que otra cosa haya sucedido”. (Lujo Comunal. El imaginario político de la Comuna de París). Esta Carta a un republicano español representa una aportación al balance de la rebelión catalana, una reflexión sobre lo que habría que hacer y una apuesta por otra perspectiva.

Miguel Salas es miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso