Ya conocemos sobre qué bases esperan las derechas, el trío de Colón reeditado que vimos este sábado por Madrid, aposentar el gobierno del reino si logran recuperarlo: la porra. Los llamados sindicatos policiales llenaron las calles de la capital en una manifestación política contra el ejecutivo de coalición progresista. El detonante, las más que modestas modificaciones que están previstas en la Ley de Seguridad Ciudadana, más conocida como ley Mordaza. Estos cambios, que cuentan con un amplio respaldo en las Cortes, no suponen derogarla, que es lo que debería hacerse. Tan solo reducir los coladeros por los que, sin pudor alguno, entran los constantes atropellos de la policía. Ya vimos una tanqueta pasear por Cádiz o como Alberto Rodríguez, diputado canario de Unidas Podemos, fue desposeído de su acta del Congreso por la simple declaración indemostrable de un policía. Podríamos continuar porque son centenares los casos de violencia policial y abusos sobre la población. Jueces y policías, represión y mano dura, recorte sistemático de derechos bajo el paraguas de un orden constitucional y de un título de españolidad que, al pronunciarse, niega cualquier otro.
La policía salió el sábado para defender su impunidad y lo hizo con mentiras y metiendo miedo, jugando con la idea de que o nos tragamos a “Harry el sucio”, o no habrá medio de defender “a la ciudadanía”. PP, Vox y C’s se apuntan a ello. Tapan al rey ladrón, pero animan la caza del pobre mientras pelean por ver quién es más duro. Casado ya habla de un nuevo 155 con su Piolín en Barcelona y Abascal se refiere a los niños extranjeros no acompañados que subsisten como pueden como si fueran los “jefes del sindicato del crimen”. Mientras, amparan el crimen de las eléctricas en la Cañada Real de Madrid, donde 10 mil personas continúan sin luz desde hace ya un año.
¿Cómo parar esta escalada?, ¿Cómo terminar con tanta desfachatez facha? No hay respuesta fácil, ni rápida, pero sí unos tránsitos más seguros que otros para encarar estas cuestiones. Los vimos en las Cortes, en la aprobación del presupuesto para el ejercicio 2022. Los votos de EH Bildu y de ERC fueron determinantes para que esas cuentas públicas cargadas de promesas de dinero Next Generation UE salieran adelante junto con el blindaje de ciertas políticas sociales, de más protección ante los desahucios, de un fondo para víctimas del amianto, de mejoras en la gestión del Ingreso Mínimo Vital o en la garantía de las lenguas vasca y catalana. No se trata de remedios suficientes para terminar con la carencia de casi todo que cada vez más gente sufre, particularmente las mujeres. Pero sí señalan que la manera de dar seguridad, de proteger pasa por blindar y ampliar derechos, no por recortarlos.
La segunda cuestión que muestra la aprobación de las cuentas en el Congreso es que la representación política de la pluralidad nacional, que se halla constreñida por la corona y su sistema corrupto, representa un pilar imprescindible en la construcción de apoyos para la mayoría trabajadora del conjunto del Estado. Garantizar la libertad republicana, los derechos universales y una regenerada igualdad democrática que nazca del ejercicio de la autodeterminación nacional nos permitirá blindar muchos más derechos a todas y todos.
Se nos dirá que todo ello está lejos y que, por el contrario, la policía, los jueces, los miedos y las encuestas que encumbran a una derecha que azuza diferencias y divisiones se encuentran más cerca. La huelga del metal gaditano, la de Tubacex antes o las que se están desarrollando en muchos otros sectores y empresas indican también que es la calle la base que permite los cambios. No dudemos. Cerrar el paso al miedo a la derecha depende de garantizar condiciones de vida dignas para la mayoría. Cuanto antes avancemos en ese camino, menos espacio habrá para la reacción y sus planes represivos.