8 M: La diversidad de las mujeres da vida a la unidad feminista

Vivimos en plena ebullición de ideas, sentimientos, compromiso y voluntad de concreción de una variedad de actuaciones prácticas maravillosas de las mujeres para superar su sometimiento y ejercer como personas en la sociedad humana y la naturaleza.

Las teorizaciones feministas van a la zaga del potencial inmenso que genera la resistencia y enfrentamiento al sistema patriarcal de valores y su jerarquización material. Este esfuerzo de análisis y de elaboración estratégica, así como de propuesta política, conviene supere dogmas y tabús, costumbres ancestrales de predominio, agresión y dominación machista, sea capaz de alcanzar el suficiente nivel intelectual para enfrentarse, derribar y superar la moral, la misoginia y la hipocresía imperante. Los destellos de inteligencia de las reivindicaciones que surgen del movimiento y de las luchas tipo MeToo, ganarán en autoridad, lucidez y efectividad, es decir en utilidad, a medida que adopten con rigor la metodología científica, con una clara visión de género, con nuevas medidas y parámetros que, en lugar de ignorar y excluir, incluyan a las mujeres.

Diversidad unitaria mayoritaria

La participación masiva en este 8 de marzo de 2022 en las manifestaciones unitarias, plurales, diversas e inclusivas, es la respuesta inapelable de la mayoría de las mujeres a los cantos y voces de división, o a las tentativas de ruptura. Las convocatorias donde se limitaba la propuesta, o las reivindicaciones, o las que afirmaban categóricamente qué es el feminismo de forma excluyente, se han quedado aisladas; estas acciones han fracasado con una participación muy reducida y algunas con aliados de la derecha social y política. Las mujeres han rechazado las tentativas y tendencias a la ruptura, con la sencilla práctica de evitar las concentraciones y manifestaciones que se separaban de los consensos dialógicos e inclusivos de la pluralidad feminista, mientras llenaban de alegría y combatividad las manifestaciones unitarias.

En las calles, las adolescentes, jóvenes, adultas, nietas, hijas, madres y abuelas, las distintas minorías sociales o las singularidades en el género, han mostrado que el feminismo tiene vocación de diversidad, inclusividad y unidad.

8M Día Internacional de las mujeres

El simbólico, y no por ello menos necesario, Día Internacional de la Mujer trabajadora, se ha transformado en la actualidad en una efeméride internacional de todas las mujeres, entre las que, por supuesto, se incluyen las trabajadoras; aunque este día no quede exento de una hipocresía y festiva sacralidad que la misoginia reinante intenta edulcorar y neutralizar.

La tenaz acción de las mujeres en el transcurso de las lunas consigue que el 8 de marzo sea una explosión de creatividad, talento y movilización; en tal medida que absorbe todos los intentos de acotar las reivindicaciones. La masividad feminista desactiva las políticas y actuaciones conservadoras; incluso difumina y anula las reaccionarias. Estas posiciones negativas son las que conducen a debilitar la potencia del movimiento al generar división y descalificación, en vez de potenciar su unidad y estrategia conjunta.

El 8 de marzo se ha convertido en la gran y magnífica movilización feminista de denuncia de la misoginia, los agravios y agresiones a las mujeres, por los derechos universales de las mujeres y de todas las minorías explotadas y oprimidas.

Desde las entidades feministas, los colectivos de todo tipo y lugar de las mujeres, se abren paso preguntas para clarificar la naturaleza del movimiento.

Entre otras apunto: ¿Dónde estamos en la larga marcha por la erradicación de la violencia machista y la consecución plena concreta de los derechos de las mujeres? ¿A qué conduce este movimiento feminista que se transciende con una fuerza desconocida e inaudita? ¿Cómo asimila el movimiento de las mujeres los obstáculos, reacciones y tendencias que desconfían de la diversidad, la descalifican y tienden a limitar las reivindicaciones, mientras conducen a dividir la unidad de acción que debilita la lucha? ¿Cómo la resiliencia femenina incorpora las nuevas generaciones, las jóvenes y adolescentes, al compromiso vital y la firme voluntad de plena liberación de las mujeres?

Desde la Women’s March (2017); seguida con la Huelga feminista internacional (2018), en la que las abuelas y las madres se hermanaron con las hijas y nietas, en las grandes ciudades y las recónditas aldeas, en todos los países del mundo, practicando exultantes: “si las mujeres paran, para el mundo”; luego emergió el MeToo, como un dominó interminable que extiende la sororidad y dignifica la moral de unas mujeres empoderadas que ya no se censuran, ni paralizan, en explicar públicamente las agresiones sexuales que han sufrido o sufren, para que otras mujeres no lo callen ni tengan que pasar por el mismo calvario por desconocimiento o falta de referentes.

Este movimiento que alumbró una fuerza imparable ha tenido un efecto universal, la inmensa mayoría de mujeres y una minoría creciente de hombres toman consciencia en su imaginario colectivo de que el diferencial de discriminación femenino, como el de privilegio masculino, no tiene razón natural y objetiva de ser, por lo tanto, ha de superarse para conseguir una humanidad que goce de la vida, la naturaleza y la felicidad.

En un artículo anterior exponía “La pandemia se ha cebado con saña contra las mujeres” (SP: Las mujeres somos esenciales en la pandemia y en la vida). Pues bien, la post pandemia aún endurece precisamente la situación de las mujeres, agrava la precariedad y la feminización de la pobreza, en una salida de la crisis económica llena de incertidumbres que no recupera los índices anteriores, con el precipicio que representa el choque de imperialismos, con la nefasta invasión militar de Rusia contra Ucrania, en un contexto de deterioro de la Unión Europea y avance del predominio norteamericano con su ariete militarizado la OTAN. Esta guerra, la guerra, tiñe de opresión y sangre este 8 de marzo. El NO a la guerra se ha inscrito en los lemas de la magna movilización feminista. Junto a la defensa de la paz y la solidaridad con Chechenia, mi corazón y deseos van para la confraternización con las mujeres ucranianas y también las rusas. Hermanas, el militarismo se encarniza y mata a nosotras, a nuestras hijas e hijos y a nuestros hombres.

El feminismo es un abanico diverso, creativo e inclusivo

El movimiento de las mujeres vive una fase de maduración en la que metaboliza su auge, audacia, clarividencia y fuerza. Su amplitud y profundidad genera propuestas que se asientan en la resiliencia para cimentar iniciativa cívica y política.

Esa iniciativa es de naturaleza revolucionaria en la medida que subvierte todo el sistema establecido y una historia hecha y relatada por los hombres desde la autoridad del género dominante, opresivo, agresor y excluyente.

No obstante, la patria potestad sigue reinando y genera veneno misógino, y una reacción constante a todo avance en los derechos reales y la libertad de las mujeres.

El fermento reaccionario consigue introducirse y hacer fortuna entre algunas de las tendencias feministas, se las puede reconocer por descalificar y negar autenticidad “pata negra” a diestro y siniestro, por menospreciar el compromiso que representa la interseccionalidad, la dialéctica y las concepciones dialógicas, mientras fomenta división, agría los debates, exige sumisión a una visión unilateral, con mucho prejuicio procedente de la moral imperante y demasiada parcialidad y ligereza científica. En fin, la reacción se concentra en imponer determinados postulados de pureza feminista, tergiversa la riqueza mestiza que emerge de la movilización, adopta una arrogancia de superioridad intelectual respecto a la diversidad de las propias mujeres. Lo penoso es que se llegue a dividir y bloquear entidades y organizaciones, hasta llegar a cuestionar e intentar entorpecer lemas y concentraciones unitarias.

Sobre la base de la actuación de las pequeñas cosas, y de la acción cívica-social movilizadora de las mujeres, el movimiento y las teorizaciones feministas representan una referencia política e ideológica que conduce a la emancipación, la liberación y la igualdad. La acción política feminista tiene vocación de impregnar la sociedad y la vida de visión de género con vocación de hegemonía.

Las diferentes capas y segmentos de las que formamos parte las mujeres, según las clases sociales, origen, etnia, país, nación, educación y formación, religión, se expresan en una extensa diversidad de situaciones, sentimientos, deseos, necesidades, compromisos y propuestas. Este gran abanico se abre para impugnar la pirámide jerarquizada patriarcal. Por eso en el feminismo hay multitud de voces y de tendencias que configuran su naturaleza plural.

Es en cada una de estas situaciones y voces en que se reproduce la discriminación de género, machista, patriarcal y misógina.

La mitad de la población mundial está formada por mujeres (un 51 %). Este dato tan categórico demuestra que no es ni se puede tratar a las mujeres como una minoría en la sociedad.

Características generales del movimiento

La denominada cuarta ola feminista está evolucionando con formas muy prometedoras para una estrategia global exitosa.

Os animo a reconocer ciertas características de su fisonomía actual: a) su masividad, profundidad e internacionalidad; b) asume la defensa de los derechos efectivos y los servicios esenciales en tanto que universales, con su inmersión en toda causa de agravio y discriminación, social, política y económica, sea de las mujeres en su conjunto como de cualquier minoría; c) denuncia y presenta propuestas y actúa para erradicar la violencia machista, las agresiones sexuales y violaciones.

El movimiento feminista ha realizado una inmersión profunda en la realidad, vivencias, necesidades e imaginario de las miles de millones de mujeres. Ha resultado un baño de humildad cívica. El ideario, a veces demasiado determinado por la visión de las mujeres de una escala social e intelectual elevada, se ha impregnado de la mixtura entre el sexo, el género y la viva cotidianidad de circunstancias diversas con multiplicidad de grados en sus contradicciones.

Es como si la movilización, que se ha hecho multitudinaria con nuevas capas de mujeres de todas las edades y condiciones, se apropiara de la lucidez de la crítica y resiliencia histórica de las mujeres.

Las mujeres hemos empezado a descubrir y a rescatar a nuestras pioneras, para así superar el estigma de costilla de Adán, o aquel de “detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer”, para empezar a dilucidar y crear “a hombros de nuestras gigantas”.

En su diversificación y postulados el movimiento ha aprendido mucho de las líderes y organizaciones sufragistas norteamericanas e inglesas, de las socialistas revolucionarias trabajadoras alemanas y francesas, de las bolcheviques soviéticas, que desde el poder subvirtieron tabús y dogmas de la tradición para convertir en efectivos los derechos más elementales de las mujeres trabajadoras, de las aportaciones de las mujeres en países neocoloniales o entornos de tradiciones ancestrales tribales.

Hemos pasado de la reivindicación de las libertades y los derechos políticos legales de igualdad a promover su concreción efectiva como derechos y servicios universales, legítimos y posibles. El movimiento ha abrazado como propias todas las causas de agravios, discriminaciones y denuncia de privilegios, que se desdoblan entre las mujeres según las distintas situaciones y orígenes sociales, cívicas, culturales, raciales, étnicas y religiosas.

Creatividad, talento y vida

Con un talento portentoso las mujeres asumimos la causa de nuestra liberación con la de la interseccionalidad de los agravios e injusticias de la humanidad en su conjunto, es decir de las mujeres, los hombres y sus formas de relacionarse, de la sociedad, la política y de la naturaleza.

La causa de la libertad, los derechos reales, la igualdad y la emancipación de las mujeres es la piedra filosofal para la liberación de toda explotación, opresión y desigualdad. Es decir, la revolución social comunal será con las mujeres o no será.

Se necesita un esfuerzo titánico en las pequeñas cosas, hasta en las más personales e íntimas, para cada agresión concreta, combinado con sostener la lucha frente a las actuaciones más generales de los poderes económicos, políticos e ideológicos.

Los hábitos ancestrales, la tradición y las costumbres del patriarcado de los hombres hacia las mujeres, resultan gravemente perniciosos

Es vital unir fuerzas, enfrentarse a los tabús y dogmas, denunciar cualquier agravio, agresión y acoso, la impunidad de los privilegios, tanto individuales como colectivos e institucionales, judiciales, intelectuales, morales, sociales y familiares. Precisamos romper la cadena de complicidades que justifica, exculpa y protege a los agresores, hombres.

Teorizar que habría unas causas que perjudican y agreden a las mujeres que no son propias del feminismo, pues ya existen movimientos sociales que se ocupan de estas injusticias, es una triste incomprensión, y muestra de altivez elitista, respecto de la situación de agravio para las mujeres que sufren todo tipo de discriminaciones.

La visión de género tiene que incorporar la interseccionalidad para comprender y tratar creativamente las contradicciones de la vida. El movimiento, con su abanico de reivindicaciones, está dando una lección de creatividad. Con esta evolución se prepara una próxima fase que engendre una estrategia conjunta para derribar y superar el intrincado y omnipresente entramado patriarcal.

Para defender a todas las mujeres se necesita luchar contra cualquier discriminación y privilegio, es decir, el diferencial de poder, la subordinación en los distintos dominios sociales y de la naturaleza. “Si nos tocan a una nos tocan a todas”, sin ninguna exclusión. Tampoco es aceptable las justificaciones que ahora se introducen para limitar el derecho a las mujeres al propio cuerpo.

En este sentido el mínimo respeto, sororidad y educación, plantea que la consideración de feminista no es ningún título al albur de unos acuerdos o desacuerdos políticos, sino que cada mujer o colectivo de mujeres es quien se siente y se define, en función de su propia lucha frente al orden patriarcal y capitalista existente.

Finalizo con la convicción de que los hombres sin las mujeres no pueden liberarse de la opresión y la explotación. Asimismo, las mujeres sin los hombres tampoco podremos consumar nuestra emancipación. El capitalismo ha sabido comprender que uno de sus pilares, en la jerarquía de dominación, es el sometimiento patriarcal de la mujer, con lo que consigue dividir y enfrentar y neutralizar la fuerza social en su célula más íntima familiar.

La creatividad, fuerza y entusiasmo que se expresa en la movilización feminista es un canto a la libertad y la felicidad. Seamos libres y felices.

Montserrat Vilà Planas presidenta de la Plataforma unitària contra les violències de gènere de Catalunya y directora de la Associació Hèlia.